Usan armas de guerra. Se ocultan el rostro bajo capuchas o pasamontañas. Han convertido a las Hilux en vehículos del terror. Operan de día y de noche. Son los paramilitares, las turbas que el Gobierno ha armado para matar.
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Patrullan las calles fuertemente armados con ametralladoras PKM, fusiles AK-47, el Dragunov, M-16, escopetas de calibre 12 y M-40. También fusiles FAL y carabinas M1, son algunas de las armas de guerra que exhiben a pesar de que estas son de exclusivo uso de la Policía y el Ejército, según la ley. Las usan para intimidar y reprimir. Atacan durante enfrentamientos con la población. El domingo 8 de julio, por ejemplo, se conoció a través de las redes sociales que en el tranque de San José, en Jinotepe, los paramilitares llegaron a lanzar una granada de fragmentación contra los manifestantes autoconvocados.
El abuso de la fuerza ha sido condenado incluso por el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, quien en la sesión de la OEA de esta semana abordó la crisis en la que se ha sumergido Nicaragua, los actos de violencia y la represión, a los que calificó de agravados, desproporcionados e inadmisible. Esta era la primera vez que Almagro condenaba las acciones de los paramilitares. También el embajador de Estados Unidos ante la OEA, Carlos Trujillo, aseguró que su país responsabiliza al gobierno de Ortega por la violencia.
Desde sus inicios, estos grupos defensores del régimen eran llamados turbas orteguistas o fuerzas de choque. Ahora son grupos paramilitares que atacan con armas del Ejército. El lunes 9 de julio, después del fin semana que dejó al menos 24 muertos en Diriamba, miembros de la Iglesia católica, entre ellos el nuncio apostólico en Nicaragua, fueron agredidos por fanáticos de Ortega apoyados por los paramilitares. El clero intentaba rescatar a los médicos y misioneros franciscanos que se encontraban asediados desde el domingo en la Basílica San Sebastián de esa ciudad.
Los paramilitares han estado en las calles asediando a los protestantes desde el inicio, en abril. Sin embargo, después de la masacre del 30 de mayo operan con “vía libre”, a plena luz del día, en compañía de la Policía Nacional y bajo el amparo del Gobierno. Han impuesto “una situación de estado de sitio” en la ciudad de Managua y otros departamentos del país, valoró el general en retiro Hugo Torres, en una publicación de LA PRENSA del 9 de julio de este año. La vida nocturna en Managua se acabó. Después de las 6:00 de la tarde, parece una ciudad fantasma, porque la gente se refugia en sus casas, para ponerse a salvo.