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¡Vivirás, Monimbó!

El barrio indígena de Monimbó, en Masaya, fue asaltado ayer a sangre y fuego y ocupado por las feroces fuerzas policiales y paramilitares de la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Pero los monimboseños son invencibles. Si caen, muy pronto se vuelve a levantar con más bríos y con mayor voluntad de lucha por la defensa de su dignidad y por la libertad.

En febrero de 1978, poco después del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, los monimboseños se insurreccionaron espontáneamente contra la dictadura somocista. No tenían más armas que morteros y bombas de contacto caseros, y una que otra pistola o escopeta oxidadas, pero resistieron durante una semana a pesar de la gran superioridad armada de la Guardia Nacional.

El dictador Anastasio Somoza Debayle se proclamó victorioso. Creyó que había liquidado la rebeldía de Monimbó. Pero estaba equivocado. Fue entonces que el cantor nicaragüense Carlos Mejía Godoy compuso y dio a conocer su canción épica Vivirás, Monimbó, que en su parte final dice: “América está mirando tu coraje y tu hidalguía. Tu corazón de obsidiana aterró a la tiranía. Ni tanques ni batallones demolerán tu conciencia, tu milenaria presencia, mi querido Monimbó”.

En efecto, en septiembre del mismo año Monimbó se volvió a insurreccionar contra la dictadura de Somoza, y, después de otra semana de resistencia heroica, los monimboseños nuevamente tuvieron que ceder y replegarse. Pero en junio de 1979 se rebelaron una vez más, junto con todo Masaya y otras ciudades del país, en la insurrección final que por fin dio al traste con la dictadura somocista.

La diferencia entre las insurrecciones de Monimbó en 1978 y 1979, con la de ahora, es que en aquellas además de bombas de contacto se usaron armas de fuego proporcionadas por el Frente Sandinista; y en la actualidad ha sido una insurrección desarmada. Los monimboseños apenas se han podido defender con armas artesanales y piedras, mientras que los policías y paramilitares asesinos los han atacado con poderosos instrumentos de guerra.

Pero Monimbó vive y vivirá. Ni con los mortíferos fusiles de guerra AK y Dragunov, ni con las granadas antitanques, ni con sus batallones de asesinos, la dictadura orteguista podrá demoler la gigantesca conciencia de los monimboseños ni poner fin a la milenaria presencia de nuestro querido Monimbó.

A principios de junio de 1979, el entonces arzobispo de Managua, monseñor Miguel Obando y Bravo (q.e.p.d.), declaró al diario español El País que la insurrección tenía una legitimidad histórica, cualesquiera que fuesen sus consecuencias y que Somoza no se iría más que por la fuerza. Si aquella insurrección era legítima, aunque fuese armada, porque era para derrocar una dictadura criminal, mucha mayor legitimidad política y moral ha tenido y tiene la insurrección de ahora, de Monimbó y de todo Nicaragua, porque es la justa y sagrada rebelión de un pueblo desarmado contra otra dictadura, la orteguista, más criminal que la somocista.

¡Honor y gloria a Monimbó!

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