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Ortega y la “paz”

En los últimos 93 días, Daniel Ortega y Rosario Murillo han repetido incansablemente que quieren “paz”; sin embargo, cada vez que han pronunciado esa palabra lo que ha seguido es más violencia de parte de sus paramilitares, que atacan con armas de guerra de alto calibre a la población.

Tanto ha pasado en Nicaragua desde el 18 de abril que en la mente de la mayoría de los nicaragüenses los hechos tienden a confundirse, por eso vale la pena recordar lo que ha pasado.

El 18 de abril por la tarde, un pequeño plantón de jóvenes que protestaba por las draconianas reformas al sistema de Seguridad Social fue atacado a garrotazos y puñetazos por turbas orteguistas. Más temprano, un jubilado que protestaba por la misma razón, en la ciudad de León, fue tirado al suelo por un matón orteguista. Hasta entonces —seamos sinceros— nada de eso era distinto de lo que le habíamos aguantado en los últimos 11 años al orteguismo. Las calles eran de ellos y quien se atreviera a desafiarlos era vapuleado.

Pero todo vaso se colma en algún momento y para esta sociedad esa gota fue la vapuleada por las protestas del INSS. No fue algo “espontáneo”. Por años los nicaragüenses habían sido humillados, habían visto la soberanía del país vendida a un oscuro “inversionista” chino para la construcción de un Canal que nunca arrancó, había aguantado cinco fraudes electorales en fila, soportaron corrupción descarada, aumentos inexplicables en las tarifas de energía, alzas antojadizas en los precios del combustible, y algo que tocó directamente a la juventud: la destrucción del medioambiente, la Reserva Bosawas invadida hasta su núcleo, y el incendio de miles de hectáreas en la Reserva Indio Maíz, que había ocurrido la semana del 9 de abril.

Así que esta vez fue distinto, y el 19 de abril los recintos de la Upoli, UNA, UNI y UNAN amanecieron tomados por estudiantes en protesta. Muchos nos sorprendimos, pero el más sorprendido fue el régimen, que irracionalmente respondió con mayor represión. Ese día murieron Darwin Urbina, Richard Pavón y el policía Jilton Manzanares. Desde ese día la Policía tiraba a matar.

Era la primera vez que el régimen mataba en Managua, las redes sociales se hicieron cargo del resto. La gente sintió las muertes muy cerca y el estallido no se hizo esperar.

Después de las muertes, el problema del INSS pasó a segundo plano, el régimen había pasado la “línea roja” y la gente lo quería fuera. Ortega y Murillo tenían dos opciones: negociar un proceso de elecciones limpias y desconcentrar el poder acumulado, o aplastar la protesta como que si de una guerra se tratara. Escogieron la segunda. Hoy, cuando han sido segadas casi 400 vidas, Ortega y Murillo entrarán a la plaza en Managua, navegando en un río de sangre inocente.

Hablarán de “paz”, pero si eso de nuevo es una clave para que sus hordas siembren más terror y ellos se piensan “generales victoriosos”, estarán en el mismo error del 19 de abril. Ojalá esta vez “paz” signifique “Paz”. Es innegable que ellos tienen ya un precio que pagar por todas estas muertes, pero siempre puede ser peor.

@guayoperiodista

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