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Ataque de Ortega a los obispos y el Diálogo Nacional

El pueblo católico de Nicaragua, pero también muchas personas de otras creencias —gente honesta de conciencia y conducta—, se solidarizan con los obispos y sacerdotes que han sido ultrajados de palabra y obra por la dictadura de Daniel Ortega, quien se ensañó verbalmente con ellos en su discurso del 19 de julio.

Monseñor Silvio Báez reaccionó esa misma tarde a la diatriba de Ortega, expresando que “la Iglesia no sufre por ser calumniada, agredida y perseguida. Sufre por quienes han sido asesinados, por las familias que lloran, por los detenidos injustamente y por quienes huyen de la represión. Rezamos y estaremos a su lado siempre en nombre de Jesús”, dijo el obispo.

El desmedido ataque contra los obispos se ha percibido como una vulgar provocación para que la Conferencia Episcopal ponga fin al Diálogo y deje el campo libre para que el dictador Daniel Ortega monte una farsa de diálogo con sus secuaces religiosos y políticos.

Pero no creemos que Ortega pueda conseguir ese oscuro propósito. Para los obispos el diálogo es algo esencial, un medio irrenunciable de entendimiento y resolución de conflictos que nace del compromiso religioso y moral de la Iglesia católica con la sociedad y las personas.

Se conoce que cuando al papa Francisco le piden consejo acerca de cómo resolver las tensiones sociales y políticas, responde de manera enfática que con el diálogo. El diálogo, ha dicho el Santo Padre de los católicos, “es el único camino para evitar las vías muertas a las que conducen la indiferencia egoísta y la protesta violenta”.

La Iglesia católica ha ofrecido a lo largo de la historia notables lecciones de cómo utilizar el diálogo y de sus buenos resultados. Un gran ejemplo fue la manera en que la Iglesia católica actuó en Polonia, cuando este país era dominado por una criminal tiranía comunista, tan despiadada como la dictadura orteguista.

Al respecto, el escritor Samuel Gregg, director de investigaciones del Instituto Acton de los Estados Unidos (EE.UU.), escribe en un artículo titulado El papa Francisco y el camino católico del diálogo, publicado en la revista de dicha institución, que la Iglesia católica, “frente a la constante y a veces extrema provocación (del régimen comunista totalitario) nunca cesó en su empeño por dialogar con el régimen comunista, a pesar del hecho de que la conversación muchas veces se realizaba con interlocutores de mala voluntad y que apoyaban un sistema político perverso”.

Explica Gregg que para la Iglesia católica el diálogo es algo más que un medio para resolver tensiones sociales, es también algo esencial para la misión evangélica de lo que Francisco denomina “cultura del encuentro”. Lo cual no significa desconocer que existen “enormes riesgos asociados con el diálogo”.

Riesgos como los que afrontan los obispos de Nicaragua, pero sin duda que no por eso van a aceptar la provocación de Ortega y renunciar al Diálogo Nacional, que es la única vía —o la mejor— para salir de la crisis y la dictadura de manera pacífica, cívica y constitucional.

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