Señalaba yo en un artículo anterior publicado en este mismo diario, “que la no violencia y la resistencia organizada nos llevarán hacia la democratización del país…”. Y puedo asegurar hoy día, que a mayor represión del Gobierno la resistencia también aumenta, al tenor de la Tercera Ley de Acción y Reacción de Newton. Lo vimos en las multitudinarias marchas del jueves 12 de julio y siguientes, que después de la brutal agresión en Diriamba, Jinotepe, precediendo Matagalpa y La Trinidad, Sutiaba, y en mayor repudio el sacrílego e inverosímil ataque a las máximas autoridades religiosas católicas por turbas orteguistas, el pueblo sigue expresándose con enojo y vehemencia exigiendo la renuncia de Ortega. El Gobierno solicitó a los obispos mediar y ser garantes en calidad de testigos del Diálogo Nacional y resulta que ahora les ultraja y difama. Un verdadero contrasentido.
La política de la no violencia desarrollada desde 1973 por el “padre de las revoluciones no violentas”, como se le conoce al doctor en Teorías Políticas, Gene Sharp (1928-2018), asegura que “los dictadores son incapaces de soportar el desafío concentrado de un pueblo unido luchando por su libertad”. El uso desmedido de la violencia, solo evidencia la debilidad del dictador, ante la falta de argumentos y autoridad moral para continuar en el poder. Todo gobernante carente de legitimidad cree firmemente que lo que se logra por la violencia, deberá ser defendido con la misma violencia, y es así como mantienen la espiral del ataque artero, cruel y desproporcionado. Ellos se creen la Ley. Craso y soberbio error.
En su folleto destaca este personaje que las tácticas violentas no detuvieron a la oposición en Serbia, Chile, Polonia, Ucrania, India y otros lugares. Menciona varios países incluyendo el África del Sur del Apartheid. Entonces interpreto en sana hermenéutica: ¡va a funcionar en Nicaragua!
El pueblo nicaragüense se encuentra en la encrucijada de seguir ordenadamente un plan nacional de resistencia activa pacífica, desafiando políticamente a su opresor. Si la represión es el arma de los débiles, añadía Gandhi, la resistencia activa pacífica es el arma de los fuertes.
La aplicación de ciertos principios en contra de un gobierno dictatorial demostraron en la práctica el heroísmo de los pueblos, tal como señalé en el tercer párrafo de mi artículo anterior publicado en LA PRENSA; y muestras de valentía nos dieron noruegos resistiendo a los nazis, igualmente polacos, alemanes, checos, eslovacos que resistieron las dictaduras comunistas de Europa. La historia nos remonta hasta la Roma Imperial, 494 a. C., en la reacción de los plebeyos negándose a cooperar con sus amos patricios.
Las dictaduras tienen características especiales que las hacen vulnerables al desafío político masivo de un pueblo cansado de tanta agresión desproporcionada, artera e inhumana.
El autor es abogado.