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En Letra Pequeña, Silvio Báez

Una cacería política disfrazada de justicia

Según las cuentas de Ortega hay 195 muertos, de los cuales 20 son policías y 40 simpatizantes sandinistas. ¿Cuántos detenidos hay por los 60 muertos progobierno? Más de 1500. ¿Cuántos detenidos hay por los otros 135 ciudadanos muertos? ¡Uno solo!

Justicia

Daniel Ortega y Rosario Murillo tienen una idea muy retorcida de justicia. La justicia la entienden, o quieren que se entienda así, como el castigo para aquellos que hicieron algo contra ellos o su gobierno, aunque no necesariamente sean delitos, y debe exonerar y proteger a aquellos que los defienden aunque en esa defensa hayan cometido delitos. En otras palabras, para Ortega y Murillo es mucho más grave que un grupo de ciudadanos se coloquen en un tranque con morteros y banderas azul y blanco en la mano, pidiendo que se vayan, a que otros lleguen, los tiroteen y maten a tres de ellos.

Blasfemia

Para entenderlos hay que recurrir a la figura del “Dios herido” que hablaba Zoilamérica en una entrevista. El peor pecado que puede cometer un nicaragüense es la blasfemia. Negarles su misión de dioses, creen, es blasfemia. Por ello en esta alucinante forma de concebir la justicia, cometen blasfemia quienes les piden que se vayan del gobierno, y, en cambio, quienes matan a los que se rebelan serían solamente la mano de Dios, o sea ellos, haciendo justicia.

Arma de guerra

Cuando organizan desfiles de empleados estatales pidiendo castigo para los asesinos o cuando doña Rosario Murillo, indignada  al mediodía, promete que ningún crimen se va a quedar sin castigo en realidad no están pensando en la justicia que usted y yo conocemos. Para ellos la justicia es un instrumento de guerra. La estrategia es simple: a cada asesinado le hallarán un culpable. En todo caso, tratarán que nunca sea uno de ellos. De esta forma no solo habrán asesinado a una parte de los que protestan, sino que también habrán encarcelado al resto por los crímenes que alegremente les endilgaron.

Álvaro Conrado

¿Acaso cuando doña Rosario Murillo dice que ningún crimen se quedará sin castigo, también se refiere, por ejemplo, a castigar a los responsables del asesinato de Alvarito Conrado, el niño que llevaba agua a la catedral cuando fue baleado, y al que luego se le negó la asistencia cuando llegó a las puertas del hospital Cruz Azul buscando socorro? No. Es que para ellos estos crímenes no cuentan.

Números

Sin justicia no habrá paz en Nicaragua. Todos los crímenes deben ser investigados y castigados de manera objetiva e imparcial. Miremos incluso los números que da el propio Ortega: 195 muertos en estos tres meses, de los cuales, dijo al periodista Andrés Oppenheimer, 20 son policías y 40 simpatizantes sandinistas. ¿Cuántos detenidos hay por los 60 muertos progobierno? Más de 1500. ¿Cuántos detenidos hay por los otros 135 ciudadanos muertos? ¡Uno solo! Un paramilitar detenido e investigado.

Caso brasileña

El único paramilitar detenido es el acusado de asesinar a la joven estudiante de Medicina de origen brasileño. Miren que triste, tuvo que existir presión de un gobierno extranjero para terminaran aceptando uno solo de los centenares de asesinatos que han cometido con armas de guerra contra personas indefensas. ¿Acaso los nicaragüenses no merecemos justicia igual? Y debemos agradecer a la presión del consulado de Brasil que esta vez no terminaron culpando y encarcelando por ese asesinato a Dora María Téllez u Oscar René Vargas o cualquier otro crítico, tal como su manual de “justicia” establece.

Cacería política

Su misma concepción de justicia es confesión de parte. Las cárceles están llenas de presos políticos. Miles de nicaragüenses están siendo castigados por su forma de pensar. No están ahí por delitos. Porque la lógica con que se manejan los procesos no está considerando los delitos cometidos para castigar o exonerar a alguien, sino en qué bando están y cómo piensan. Lo que está sucediendo en Nicaragua tiene nombre y apellido: es cacería política usurpando el nombre de la justicia.

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