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¿El Diálogo como analgésico?

En la entrevista que Daniel Ortega dio a Andrés Oppenheimer y fue transmitida por CNN en Español este lunes por la noche, habló entre otros temas sobre el diálogo nacional que está abierto en Nicaragua pero se encuentra estancado.

Según cuenta Oppenheimer en un artículo publicado en el periódico El Nuevo Herald, Ortega le dijo que está buscando “cómo crear las condiciones para fortalecer la comisión del diálogo”. Precisó que su gobierno está en pláticas sobre eso con el secretario general de las Naciones Unidas y dijo que también lo ha hablado con el cardenal Leopoldo Brenes.

Oppenheimer advierte que “lo más probable es que la propuesta de Ortega sea una nueva táctica para ganar tiempo y debilitar el papel de los obispos en las negociaciones”. Sin embargo, especula que “una potencial inclusión de las Naciones Unidas, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos también podría ejercer una mayor presión internacional sobre Ortega, para permitir elecciones anticipadas con un tribunal electoral independiente y observadores internacionales creíbles”.

Con un político mentiroso y engañador profesional, como es Daniel Ortega, es muy difícil predecir lo que pretende hacer a partir de lo que dice. Pero en este caso nos parece que lo más probable es que el propósito de Ortega sea lo primero que advierte Oppenheimer, es decir, que quiere redefinir el diálogo para ganar tiempo y debilitar el rol de los obispos.

Lo deseable sería que Andrés Oppenheimer acertara en su segunda suposición, o sea que la incorporación de actores internacionales al diálogo podría servir para facilitar una salida de la crisis mediante la celebración de elecciones anticipadas, libres y limpias. Esto es lo que han propuesto los obispos y el secretario general de la OEA, y es la salida que apoya la Alianza Cívica para la Justicia y la Democracia. Pero eso mismo es precisamente lo que rechaza Daniel Ortega, quien insiste en permanecer en el poder hasta las elecciones de 2021, inclusive más allá.

La salida de la crisis mediante el adelanto de las elecciones sería posible solo si Ortega quisiera trabajar por una solución democrática. Pero es evidente —y él mismo lo ha dicho y reiterado— que su objetivo es mantenerse en el poder a cualquier costo y lo que quiere es usar el diálogo para ganar tiempo y, si le fuese posible, lograr que la Alianza Cívica se rinda y que en aras de una paz sin justicia ni principios acepte las condiciones que ofrezca la dictadura.

Dicen los expertos que el diálogo siempre es útil, pero según las circunstancias puede ser un analgésico para aliviar el dolor de una crisis, dejando intactas las causas, o podría ser quirúrgico y resolver integralmente el problema.

Sin duda que lo que busca Ortega es un diálogo analgésico, para aliviar el dolor y quitar la inflamación de la crisis.

Pero lo que necesita la sociedad y quiere la mayoría de la población es que se cure el mal de raíz, poner fin a la dictadura. Lo que hace falta aquí es un diálogo quirúrgico. Dialogar solo para ayudar a Ortega a salir del atolladero no tiene ningún sentido.

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