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El pan humano y divino

Una perspectiva en Jesús es presentar dos vidas y dos alimentos básicos que mantienen la vida humana y divina. Esas dos vidas están íntimamente ligadas entre sí, así como los dos alimentos básicos: “el pan”.

Por una parte, Jesús nos habla de la vida de carne y hueso que hemos recibido gracias al amor de nuestros padres. La vida de carne y hueso tiene una duración corta, está expuesta a todas las contradicciones y, muchas veces, no muy favorables para su desarrollo. Es una vida perecedera y su alimento básico es el pan, que también es perecedero, aunque absolutamente necesario. Sin pan, sin el alimento básico, toda vida terrena está destinada a la muerte. Por eso, mal viven y mueren a diario gente que no tienen pan.

El pan de trigo es vida, alimenta la vida, sostiene la vida, mantiene la vida. Es una vida limitada que dura poco tiempo; pero, como toda vida, necesita alimento: el pan. No podemos vivir sin pan, sin alimento, sin sustento.

Por otra parte, Jesús nos habla de un pan nuevo que nos hace vivir de una manera nueva: “Trabajen no por un sustento que perece, sino por el sustento que dura y da vida eterna; el que les dará este Hombre” (Jn. 6, 27).

Este pan es la fe en Jesús que nos hace vivir la vida de una manera nueva, capaz de hacer desaparecer el hambre de esta tierra, con valores nuevos, como son la justicia, la solidaridad y el respeto a todo ser humano: “Yo soy el pan de la vida: El que acude a mí, no pasará hambre, el que cree en mí no pasará nunca sed” (Jn. 6, 35).

Esta vida surge en nosotros por la fe en Jesús. Jesús es la fuente de esa vida nueva que nos hace darnos con generosidad para que todos tengan vida. Es por eso que creer en Jesús, vivir la misma vida que Jesús vivió, es darnos a favor de todos para que todos gocen esa vida, como Jesús se dio, tal como Él mismo nos lo dice, es tener vida eterna (Jn. 6, 47): “En verdad, en verdad les digo: El que cree tiene vida eterna” (Jn. 6, 47).

Ese pan y esa vida es el mismo Jesús, como Él nos dice: “Yo soy el pan de vida. El que venga a mí, no tendrá hambre y el que crea en mí, no tendrá nunca sed” (Jn. 6, 35); “el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo” (Jn. 6, 33).

Solo los grandes valores que nos brinda la fe en Jesús, la justicia y la solidaridad, podrán hacer que donde no haya pan, se haga el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces, y los que no tienen, puedan alimentarse.

El autor es sacerdote católico.

Opinión Jesús pan divino pan humano archivo
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