Reincide el oportunismo. Olfatea los orificios donde puede haber ventajas. Ha puesto a volar a los zancudos sobre la mesa del diálogo.
En este momento, trágicamente luctuoso en que 448 vidas han desaparecido en cien días por efecto de la violencia, según la ANPDH, entre océanos maternales de lágrimas, sigue encendida la llamita del diálogo —percepción del cardenal Leopoldo Brenes— entre altos y bajos, en el cual participan la Alianza Cívica y los obispos desempeñando estos la responsabilidad importante de ser testigos y mediadores sin lucir la prenda resolutiva de ser garantes. Pero eso no los disminuye cuando tienen rango moral para demostrar lo valioso que han sido, consagrados por la medalla deslumbrante del elogio mundial. La hermosa labor ha sido reconocida por una muchedumbre que juntó el binomio azul y blanco con el amarillo emblemático de la catolicidad.
Haciendo uso de la aclimatación “en río revuelto ganancia de pescadores”, una delegación especialmente escogida en el alero donde transitan los zancudos del PLC, desde la María Fernanda para abajo, humillada en una manifestación de protesta juvenil de la cual quiso aprovecharse —cáscara en plenitud— metió la nariz en sectores de la Alianza Cívica y de los obispos solicitando credenciales para que el PLC ingresara en el Diálogo Nacional con la aspiración de ser beneficiario de todas las prerrogativas con “voz y voto” que han tenido los originales y verdaderos autores de la causa.
Primero, por razones de dignidad elemental debieron renunciar a las curules en la higienización básica del rostro para entrar a la sesión despojados de la basura que les ha caracterizado desde que sembraron la semilla del pacto. Llegaron empujados por la alusión que hizo el jefe del Ejecutivo sobre la participación beligerante que los liberales han tenido en la lucha con la asignación casi protagónica en las protestas que esgrimieron con mayor fortaleza los jóvenes universitarios.
La ponencia oficial pretende victimizar a los liberales con la premeditación artificial de opacar a la Alianza Cívica. Han escogido como escudo estelar de la rebelión a Medardo Mairena, el líder campesino que hizo suya la causa del Canal, un tenaz defensor del medioambiente. Fuera de eso la visible participación no ha distinguido a ningún partido político.
Todos los colores han estado incluidos, matices ideológicos de diferente tono. Lo cierto es que los partidos políticos de oposición han sido los grandes ausentes. De ahí que la actual generación de jóvenes no tiene en este momento a ningún líder que le conduzca, razón por la cual se identifican como autoconvocados.
Los partidos, cuya más clara identificación es ser zancudos, solo quieren lucrarse de la coyuntura para llevar “agua al molino”.
El autor es periodista.