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alcaraván, Aniceto,

Fuga de talentos

Cada férrea dictadura va dejando una secuela de luto, dolor, resentimiento y desgracias a nuestra nación

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: Al parecer al Gobierno le agrada que miles de nicaragüenses salgan, que se vayan a Costa Rica o a otros países. De esta forma se quita de encima el problema de jóvenes que protesten en los tranques, de muchachos que por temor no van a los colegios y universidades pues son perseguidos y apresados; se libra de experimentados médicos que está despidiendo por el delito de oponerse al régimen tiránico, le encanta que se vayan gentes como Álvaro Leiva Sánchez, secretario general de la ANPDH (Asociación Nicaragüense de Derechos Humanos), incansable recibidor de denuncias y activo luchador en favor las madres de los presos o desaparecidos, constante visitador de los portones de El Chipote. Álvaro Leiva ha cerrado sus oficinas y se ha marchado a Costa Rica huyendo de la constante persecución, amenazas telefónicas y tenebrosos augurios de mercenarios cuyo negocio es la muerte de quienes protestan.

Pocos días antes pidió asilo en Costa Rica nuestro Carlos Mejía Godoy, el más representativo de nuestros juglares, el más prolífico de nuestros compositores, el que ha sabido auscultar el corazón de todos los nicaragüenses haciéndoles vibrar con sus maravillosas tonadas y canciones populares retratando la vida de nuestros personajes y nuestros barrios y paisajes. Gracias a Dios, Carlos Mejía no es un talento que se nos va, es un talento que se multiplicará en el exilio y brindará su canto de cenzontle mañanero y crepuscular a nuestros hermanos costarricenses. Carlos realmente no se exilia porque la música no tiene fronteras y su inspiración y su canto se escucharán siempre en su Nicaragüita.

Cada férrea dictadura va dejando una secuela de luto, dolor, resentimiento y desgracias a nuestra nación. Cuando el último Somoza se aferraba al poder y el país sufría la consabida inestabilidad general, muchos nicaragüenses emigraron. Hubo fuga de talentos, perdimos médicos, ingenieros, arquitectos, economistas, sociólogos, administradores de empresas, obreros especializados, todos se quedaron fuera, hicieron su vida en Estados Unidos, Panamá, Guatemala y demás países centroamericanos, España también recibió exiliados como los está recibiendo ahora. Cada tiranía nos cuesta además de muchos muertos, inestabilidad, pérdidas económicas, atraso de varios años en nuestro desarrollo y una secuela interminable de resentimientos, odios y venganzas.

Las tiranías se disfrazan con el nombre de revoluciones y estas ofrecen libertades sin límites, el reino de Dios en la tierra, y los pueblos se entusiasman y nunca se imaginan que terminarán creando tiranías peores que las que derrotaron. Bendito sea Dios que no tenemos hoy como oposición una guerrilla armada, bendita sea la lucha cívica, sin armas, con la pluma, la palabra y la movilización popular. La secuela de las tiranías termina aquí.

El autor es director general de Radio Corporación.

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