Aunque la famosa frase “esto se acaba hasta que se acaba”, del célebre Yogi Berra, ha sido asumida en los Yanquis casi como un mandamiento, lo cierto es que Boston asestó un contundente golpe a las pretensiones neoyorquinas con su barrida de cuatro juegos.
Pero ciertamente, esto no ha terminado todavía.
Sin embargo, las aspiraciones de los Yanquis de darle alcance a los Medias Rojas, lucen cada vez más debilitadas. Boston ganó sin objeciones y lejos de emitir señales de flaqueza, se ve cada días más imponente e imparable.
Dave Dombrowski, el gerente general, ha ensamblado un gran equipo, cuya base quedó establecida desde el año pasado. El fundamento era su rotación de abridores con figuras estelares como Chris Sale, David Price y Rick Porcello, pero las lesiones y la falta de bateo de poder, les impidieron ganar.
Ahora los abridores han tenido salud la mayor parte del tiempo y se agregó al cañonero J.D. Martínez, quien, sin tener el carisma de David Ortiz, ha hecho su labor con el bate y ha absorbido la presión que ahogaba a sus compañeros ante la falta de un líder.
Pero, ¿los Yanquis van a tirar la toalla? “De ninguna manera”, dijo Aaron Boone, el mentor de los Mulos a la prensa. “Esto (la barrida) no define nuestra campaña. Es una etapa que de seguro nos unirá más”, aseguró.
Claro, eso está por verse. Los Medias Rojas están en ritmo como para llegar a 113 triunfos, lo cual significaría un nuevo récord para la franquicia, cuyo máximo total de victorias son 105 en 1912.
¿Se pueden borrar 9.5 juegos? Hay tres casos de equipos que tenían esa ventaja en agosto y la perdieron: Gigantes de 1993, Angelinos de 1995 y Tigres del 2006. Así que hay antecedentes.
Los Yanquis borraron 8.5 juegos de déficit en 1978 ante Boston, forzaron un partido extra y lo ganaron. Así que no es nueva esa situación, pero eso solo es útil en términos de experiencia. Lo esencial es que lo que hagan ahora.
Desde el 1 de julio, cuando estuvieron por última vez en el primer lugar, los Yanquis tienen 15-15. En ese mismo período, los Medias Rojas acumulan 23-6, hasta establecer la gran diferencia actual.
Boston es un buen equipo, de eso no hay duda. Sin embargo, creo que los Yanquis no son tan malos como han lucido. Es un mal momento, al que están expuestos todos los equipos sin excepción.
Toda la culpa se le atribuye al picheo abridor, pero tampoco ha funcionado el bateo como el fundamento de este club. El equipo resiente las ausencias de Aaron Judge y Gary Sánchez, sus dos bateadores más importantes.
Este año, con ellos en el line up, los Yanquis tienen un promedio de 5.3 carreras por juego. Eso se observa a través de 60 partidos juntos. En 10 juegos en los que no han estado, anotan 4.0 carreras promedio por desafío.
Pero el punto es, que los Yanquis tienen que apurarse. Oakland ha levantado su voltaje y Seattle no se ha perdido en el horizonte. Ya veremos qué sucede.