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La dictadura acorralada

Hay un portentoso clamor que viene corriendo impetuoso desde el sur de Chile hasta el norte de Canadá; el que se extiende por casi toda Europa Occidental, que viene clamando con voces estentóreas para que cese la represión y la violación de los derechos humanos del pueblo nicaragüense, tarea ingrata a la que ahora se dedican en Nicaragua con especial empeño la funesta pareja presidencial de los Ortega-Murillo.

Voces de resonancia continental en América como la del expresidente uruguayo José Mujica; las de los 7 expresidentes de Costa Rica encabezados por el Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias Sánchez; la de los líderes de la Izquierda Democrática mundial como Jack Lang (francés) y Noam Chomsky (EE. UU.), así como el principal impulsor de la Teología de la Liberación, Leonardo Boff, que se mostró “perplejo” al ver a Daniel Ortega imitando a los Somoza. También voces como la del expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos; del vicepresidente de los Estados Unidos, Mike Pence; de la congresista norteamericana Ileana Ros-Lehtinen y muchos más que se me quedan en el tintero.

Todas esas voces autorizadas han coincidido en que Daniel Ortega y Rosario Murillo, al cometer crímenes de lesa humanidad han perdido toda legitimidad para seguir gobernando Nicaragua, por lo que deben resignar el poder y dar paso a elecciones anticipadas como lo propone la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) con el beneplácito de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia y el asentimiento de la Organización de Estados Americanos (OEA).

Los resultados de ese inmenso clamor ya lo estamos viendo. La resolución del Consejo Permanente de la OEA del jueves 2 de agosto nos indica que en el Hemisferio están soplando vientos de libertad que auguran un mejor futuro para todos los nicaragüenses. También reflejan de manera indubitable que la diarquía Ortega-Murillo es una dictadura acorralada que habiendo perdido toda credibilidad tanto dentro como fuera del país, el único recurso que les queda es buscar una salida en la que sufran menos daño ellos dos, su familia y la cohorte de sicarios y esbirros que están a su servicio incondicional matando nicaragüenses.

Esa salida no podrá encontrarse sino es a través del Diálogo Nacional. Es obvio que, en su desesperación, a pesar de que una y otra vez han intentado socavar los cimientos del Diálogo, la dictadura orteguista tendrá que volver a recurrir a esa instancia. Si las presiones actuales no han sido suficientes, otras más convincentes vendrán. No lo duden. El último Somoza intentó a última hora dialogar con los conservadores, pero estos le contestaron: “Demasiado tarde”. Todo parece indicar que también en este punto la historia puede volver a repetirse.
El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

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