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Los drones están prohibidos en Nicaragua desde 2014. De todas formas los droneros se las arreglan para conseguirlos y operarlos incluso para grabar las marchas ciudadanas.

El mundo prohibido de los drones en Nicaragua

Las protestas en Nicaragua han tenido un importante protagonista: los drones, cuyo uso está prohibido desde 2014. Le contamos qué son y cómo se han usado

En los últimos meses los drones han tenido más presencia mediática en Nicaragua, sobre todo en las redes sociales. Con drones se han hecho las famosas tomas de multitudinarias marchas azul y blanco y a los drones se les acusó de ser empleados para espionaje cuando se avistaron misteriosos objetos que de noche sobrevolaban las barricadas en León, Masaya y Managua, como sacados de una película de ciencia ficción.

En el país están prohibidos desde 2014 y para los entendidos en el tema eso ha contribuido a que se conozca muy poco sobre sus usos, riesgos e innumerables ventajas. Pero con todo y que ese amor está mal visto (y prohibido) por el Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil, los amantes de los drones se las arreglan para burlar los controles de aduana e introducirlos a territorio nacional.

Los emplean, sobre todo, en trabajos audiovisuales y mapeo de propiedades. Sin embargo, desde el pasado 19 de abril, “el gremio perdió el miedo (a las confiscaciones de equipo) y vio muy necesario hacer material inédito de las marchas con el fin de dar a conocer el mar de personas que se han sumado a la causa”, expresa un joven que solicitó anonimato para esta publicación. Lo llamaremos Eduardo.

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Eduardo fue uno de los droneros que pusieron sus equipos a disposición durante las marchas de abril, mayo y junio. Y como piloto experto también asesoró a otros muchachos que se sumaron a la causa.

Debía ser un despegue rápido, controlado y discreto; evitando vuelos a menos de diez metros sobre las personas. La recomendación general fue que las tomas se hicieran desde 50 metros de altura, “pues la finalidad era ver parte de la marcha convocada”, recuerda Eduardo, quien por su propia seguridad ya no puede participar en las manifestaciones y menos grabarlas con sus drones.

Debido a la persecución desatada por el Gobierno y a la inestabilidad que vive Nicaragua, “la mayoría de los droneros ha salido del país”, afirma Eduardo. Él conoce a diez o 15 pilotos nicaragüenses y estima que a nivel nacional no pasan de ochenta.

 

Dron de uso militar. Su diseño es muy distinto al de los equipos de uso recreativo e industrial.

Usos de los drones en el mundo

Fotografía, video y publicidad: Hay drones diseñados para captar imágenes al aire libre y se les utiliza para la realización de videoclips y espectaculares sesiones fotográficas. Son un gran aliado para las empresas de publicidad y de producción audiovisual, para el gremio de músicos y para el sector turismo.

Deportes: Los drones proveen vistas increíbles del campo de juego, tomas que de otra manera solo podrían conseguirse invirtiendo en un carísimo alquiler de helicóptero. Con ese fin se les ha utilizado en los mundiales de futbol. En Nicaragua la empresa Difuso, de Juan Carlos Ortega, los emplea con absoluta libertad en el estadio de beisbol, pese a que están prohibidos.

Topografía: Los drones especializados pueden mapear un terreno para convertirlo en una imagen 3D a gran detalle. Esto es de gran utilidad para arquitectos, ingenieros y urbanizadoras, que virtualmente pueden diseñar un prototipo justo sobre el terreno donde la obra estará ubicada.

En la agricultura: Permite controlar desde el aire el estado de los cultivos e incluso averiguar en qué zonas se necesita más riego o más cuidados. Igual controlan ganado, tráfico y ayudan a hacer un diagnóstico de incendios en curso. Algunos incluso pueden llevar agua a sitios donde los bomberos no pueden entrar.

Exploración: Los drones han sido enviados a sitios donde la vida humana estaría en riesgo. Como los que se utilizaron para tomar fotografías de las centrales nucleares de Japón, luego del desastre de Fukushima. También llevaron comida a las personas afectadas.

Militar: Lamentablemente los drones también pueden utilizarse para matar, sobre todo los de uso militar, cuyo diseño es muy distinto al de los drones de uso comercial. Tienen forma de misil o de avioncito, cargan armamento y pueden volar durante dos días seguidos y cientos de kilómetros, a diferencia de los drones comerciales, cuya batería no suele pasar de 30 minutos, incluso en los mejores modelos. Al menos 60 países están invirtiendo en drones de uso militar y eso está poniendo en riesgo el empleo de los pilotos de aviones militares.

Espionaje: Otro de los puntos en contra de los drones es que pueden ser utilizados para espiar, tanto en asuntos de guerra como en la vida privada de cada quien.

 

Los juguetes de Wang Jing

Durante muchos años y hasta hace poco, los vehículos aéreos no tripulados, o drones, eran de exclusivo uso militar (como la gran mayoría de las tecnologías que conocemos). Luego pasaron a comercializarse para fines recreativos e industriales y en 2014 ya estaban causando revuelo en Nicaragua, pues un par de pioneros realizaron trabajos audiovisuales que se hicieron virales en las redes sociales.

Pero cuando la industria de los drones apenas empezaba a alzar vuelo, el Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil (INAC) anunció que para evitar accidentes en el espacio aéreo quedaba prohibido el uso de todo dron capaz de elevarse a más de cien pies (un poquito más de 30 metros) y de desplazarse 30 metros horizontalmente.

La restricción se hizo pública el 29 de noviembre de ese año y desde entonces los drones pasaron a la clandestinidad. Su uso se hizo discreto y comenzó la retención o confiscación de equipos en las aduanas, cuenta Salvador, otro joven dronero, quien, como Eduardo, pidió se omitiera su identidad.

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Como resultado de la prohibición, la empresa Xinwei del ciudadano chino Wang Jing —también concesionario del Gran Canal Interoceánico— quedó ungida como la única autorizada para vender drones a nivel nacional.
Wang Jing los comercializa a través de la empresa Coomarts, propiedad de la marca Cootel, con la que Xinwei ofrece teléfonos celulares y planes de Internet. Drones rojos y dorados, pequeñitos, a 90 dólares el más caro, que se entregan a su comprador en un plazo de 72 horas. “Son drones de juguete”, dice Salvador.

Los drones que ofrece Coomarts tienen una cámara muy básica, su rango de distancia es súper corto, vuelan en modo manual (sin GPS) y la batería dura una nada (ocho minutos), por eso suelen recomendarse a personas que están aprendiendo a pilotar. Para Salvador, los verdaderos drones comienzan arriba de los 700 dólares y como mínimo incluyen sistema de posicionamiento global y permiten “transmisión de datos en tiempo real en altísima calidad”.

Así que los pilotos expertos, que pueden costearse sus equipos, deben localizar drones traídos clandestinamente desde el extranjero y no comprárselos a Wang Jing.

No es tarea sencilla introducir un dron a Nicaragua cuando se viaja en avión, pero por vía terrestre es más fácil, señala Eduardo. Sobre todo lo era antes, cuando las autoridades aduaneras todavía no estaban familiarizadas con algunos modelos, agrega Salvador.

La mayoría de los equipos entra por tierra y en manos de extranjeros que desconocen la prohibición estatal. Otros son traídos por conocedores del negocio, que se las ingenian para hacerlos pasar. Haciendo cuentas rápidas y con base en sus experiencias, Eduardo estima que por cada “10 o 15 drones que llegan al aeropuerto, solo unos tres o cinco logran pasar”.

Cuando consiguen comprar un nuevo equipo, los pilotos van a probarlo a zonas apartadas, preferiblemente al campo, por seguridad y porque aunque los drones son pequeños, se elevan con un zumbido nada discreto que se asemeja al de un gran abejorro.

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Solo hay una empresa que puede utilizarlos libremente sin temer que le confisquen sus equipos: Difuso, propiedad de Juan Carlos Ortega, hijo del presidente Daniel Ortega. Es por eso que durante las protestas se le atribuyeron al Gobierno casi todos los drones que se vieron en barricadas y manifestaciones, aunque en realidad algunos eran propiedad de ciudadanos que documentaban las marchas o que “por curiosidad” iban a asomarse “para ver la situación de los tranques”, asegura Eduardo.

No se descarta, sin embargo, que algunos drones hayan sido utilizados para vigilar la forma en que los protestantes estaban organizados en los tranques.

En julio Manuel Díaz, especialista en marketing digital, se pronunció al respecto en el Diario LA PRENSA. Explicó que si bien en el mundo existe la tendencia de regular responsablemente el uso de drones, en el caso del gobierno de Ortega había que “desconfiar”. “Ya sabemos las intenciones y para qué lo están ocupando (el dron), lo están ocupando para ataques militares, parapoliciales, lo cual sí es una grave violación a los derechos humanos. El uso del dron no es una grave violación a los derechos humanos, para lo que lo están usando sí”, consideró.

 

El Mavic Pro es uno de los drones más usados en Nicaragua, donde están prohibidos. La mayoría de las tomas a las marchas se hicieron con este equipo.

Modelos más empleados en Nicaragua

En Nicaragua los drones más usados por los pilotos expertos son el Mavic Pro, el Mavic Air y el Phantom 4. También son los que más se utilizaron para hacer las tomas aéreas de las marchas. Ninguno está permitido en el país, debido a la prohibición del Instituto Nicaragüense de Aeronáutica Civil (INAC).

Estos drones permiten recorrer distancias de hasta siete kilómetros, por eso pudieron cubrir enormes manifestaciones, como la marcha del lunes 23 de abril, que comenzó en Metrocentro y finalizó en la Upoli; la peregrinación de la Iglesia, el 28 de abril, y la gigantesca marcha del Día de las Madres.

Una buena toma se hace arriba de los cien metros y a esa altura ya no es posible avistar a los modelos Mavic. Sin embargo, al inicio de las protestas varios drones de pilotos autoconvocados fueron captados por manifestantes y las fotos se divulgaron en las redes sociales.

Estos drones valen más de mil dólares, tienen cámaras de altísima resolución, son pequeños y se conectan a diversos satélites para conservar su ruta y su posición por mucho que sople el viento.  No pueden cargar ningún peso extra, solamente soportan el peso de su propia estructura.

Dron avistado durante la marcha del 23 de abril, cuando miles de ciudadanos se movilizaron de Metrocentro a la Universidad Politécnica. LA PRENSA/Oscar Navarrete

Dos veces “vandálicos”

Los vieron en León, en Masaya y en el sector de la Universidad Politécnica (Upoli), Managua. Drones que sobrevolaban las barricadas y que para los protestantes tenían el propósito del espionaje. Por eso a mediados de junio derribaron uno en León, a punta de morterazos, y luego lo presentaron ante las cámaras de los periodistas.

Según Salvador, “ahora hay más gente usando drones, pero no es que sea tanta”. En el Gobierno, dice, “sí están llenos de drones. Por eso se vieron durante la represión. Vos te vas a aduana y hay bodegas llenas de drones. Tengo un conocido que le decomisaron uno de seis mil dólares y no se lo devolvieron”, apunta.

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Debido a ese comprensible recelo de los ciudadanos autoconvocados hacia los drones, los pilotos de azul y blanco tuvieron que tomar medidas. “Al inicio de las marchas la gente no sabía si un dron era del gobierno o si era ‘vandálico’ y los intentaban bajar. Entonces los chavalos empezaron a tomar más precauciones, a volar a más altura”, explica Salvador.

Para él, el uso de los drones por pilotos autoconvocados ha sido un acto dos veces “vandálico”, porque además de apoyar las protestas antigubernamentales, está en contra de la prohibición del INAC y aun así se ha hecho a plena luz del día.

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Cuando todo comenzó, Eduardo aconsejó a sus amigos que llevaran las baterías del equipo, el celular y el control remoto completamente cargados, que nunca siguieran volando con menos de 20 por ciento de carga y que estuvieran “ojo al Cristo” para anticipar los morteros en el monitor.

 

El pasado sábado 4 de agosto Nicolás Maduro presidía un acto oficial cuando sufrió un supuesto intento de magnicidio.

El ataque a Maduro

La comunidad de droneros teme que el supuesto intento de magnicidio contra el presidente venezolano Nicolás Maduro contribuya a satanizar la imagen de los drones. El sábado 4 de agosto, supuestamente dos vehículos aéreos no tripulados, cargados con explosivos, estallaron cuando Maduro presidía un acto oficial ante cientos de militares, que se transmitía en vivo por televisión.

El dron usado para atacar a Maduro habría sido el M600, de DJI, líder mundial en producción de drones. Este equipo fue diseñado para trabajos industriales y posee seis rotores capaces de levantar hasta seis kilos de peso, además de un alto rango de transmisión.

Una vez más, el problema no es el dron, sino el uso que se les da. También los automóviles han sido usados en ataques terroristas, señalan los amantes de los drones y esperan que el incidente no eche más tierra a la posibilidad de que se quite la prohibición del INAC.

Los droneros de Nicaragua consideran que debería regularse el uso de estos equipos y no prohibirse. Debería ser, dicen, igual que un carro, un avión o una moto. Que el piloto de drones tenga que pasar un curso y un examen psicológico para recibir su licencia. De esa manera las autoridades tendrían más garantías de que los ciudadanos que compran drones sepan las medidas básicas de seguridad, como que no se puede volar cerca de un aeropuerto.

En marzo de este año el Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep) terminó de elaborar la normativa técnica del uso de drones para presentarla ante la Asamblea Nacional. Luego estallaron las protestas.

Debido a los valiosos usos que se les puede dar a los drones, las cámaras empresariales más interesadas en que dejen de ser prohibidos son las de turismo, construcción, productores agropecuarios, urbanizadores, agencias de publicidad y distribuidores de agroquímicos.

De pronto se oyó un estallido en el aire, en medio del discurso del presidente venezolano.
Los militares rompieron filas y salieron huyendo ante un supuesto ataque con drones.

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