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Es la política, estúpido

Ayer fue aprobada de manera urgente por la Asamblea Nacional de Daniel Ortega, una drástica reforma presupuestaria que reduce los ingresos en unos 7 mil millones de córdobas y los gastos en más de 5,900 millones de córdobas.

Con esta megarreforma del Presupuesto el régimen orteguista reconoce de hecho que no es cierto que el país ha regresado a la normalidad, como lo quiere hacer creer la propaganda oficialista. Además, para mayor reconocimiento de la anormalidad, sin perspectivas de recuperación, la Asamblea Nacional orteguista aprobará también con carácter de urgencia una ley para tratar de colocar bonos que podrán ser adquiridos con dólares, pero serán pagados después en córdobas.

Estas medidas extraordinarias son motivadas por la crisis que azota al país desde el 18 de abril, cuando la desmesurada y letal represión contra las protestas estudiantiles pacíficas desencadenó como respuesta de los ciudadanos una gran rebelión cívica y pacífica. Rebelión que muy pronto se convirtió en demanda de cambio de régimen político y recuperación de la democracia.

El régimen orteguista pretende resolver con medidas económicas la profunda crisis que él mismo creó con la matanza de los últimos meses, en vez de ir a la raíz del problema que es política y solo se podría resolver con acuerdos para la democratización del Estado y el gobierno alcanzados en el Diálogo Nacional.

Un problema económico se resuelve con medidas económicas, pero a uno de naturaleza política se le deben aplicar soluciones políticas, o una mezcla racional de ambos elementos. Negarse a ver las causas del problema y confundir las medidas para resolverlo, no lo soluciona en realidad, más bien lo complica. Es como si un médico quisiera curar un cáncer con medicamentos para el catarro y el reumatismo con medicinas para enfermedades cardíacas.

En los Estados Unidos (EE. UU.) y a nivel internacional se hizo célebre la frase “Es la economía, estúpido”, acuñada por el estratega de campaña electoral de Bill Clinton en 1992, James Carville. Carville indicaba así que la campaña de Clinton debía enfocarse en los problemas económicos relacionados directamente con la vida de los estadounidenses, para poder derrotar al entonces presidente George Bush padre, quien tenía hasta 90 por ciento de aceptación popular gracias a sus logros en política exterior, sobre todo en la Guerra del Golfo Pérsico y por el fin de la Guerra Fría. A tal expresión se le atribuye ahora la moraleja de que los problemas políticos se deben resolver con medidas políticas y los de la economía con decisiones económicas, y en todo caso haciendo una combinación razonable.

En Venezuela el chavismo ha dado muchos ejemplos del grave error de querer resolver una crisis económica que tiene causas políticas, con medidas economicistas que más bien la han empeorado. Y es una torpeza, por lo menos, querer repetir en Nicaragua experiencias que sobradamente han demostrado ser desastrosas.

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