Solo con el tiempo vamos a descubrir qué tipo de historia es la que podrá escribir Cristofer González, el pugilista nicaragüense que esta tarde (2:00) expone por primera vez su título mundial de las 112 libras del CMB, frente al irlandés Paddy Barnes, en Belfast, Irlanda del Norte.
Sin embargo, a juzgar por lo que demostró cuando se adjudicó la corona frente al japonés Daigo Higa, uno cree que debe concluir con la diestra en alto, más allá de las dificultades que supone, el tener enfrente a un rival que fue dos veces medallista olímpico y una vez campeón europeo.
González fue un huracán en su duelo con Higa. Mostró una autoridad aplastante en medio de una batalla sin tregua y exhibió un imponente espíritu competitivo que pulverizó cualquier duda respecto a quién controlaba la pelea y quién debía ganarla por cualquier vía.
Fue, sobre todo, una exposición de intensidad, que pudo ser puesta en escena, gracias a las formidables condiciones físicas en las que se presentó. Pero, además, exhibió técnica, disparó y esquivó, aplicó variantes a su distancia y ajustó su tren de pelea a las exigencias y su estrategia a las circunstancias.
Un boxeador de esa magnitud no puede ser de una sola defensa. González volvió al ring temprano, luego de su combate en abril ante Higa y aun medio de la crisis sociopolítica que ha vivido el país, se las arregló para entrenar cada día con mucha seriedad y mucha intensidad.
Hay quienes han expresado su preocupación por lo numeroso que se volvió el cuerpo de entrenadores del nica, tras agregar a Gustavo Herrera a los ya existentes Róger González y Wilmer Hernández, pero confiemos en que pondrán los intereses del púgil por encima de todo.
Barnes tiene 5-0, con un nocaut, en una carrera que apenas inicia, pero no se puede subestimar, después de lo hizo como púgil amateur. Aun así, González debe tener el antídoto para imponerse, gracias a su espíritu guerrero y la determinación que lo ha sostenido en su carrera.