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Compartiendo el pan

En el mundo de hoy se está perdiendo el sentido de lo sagrado y lo intocable de la vida humana. Es por eso que San Pablo nos recuerda que “no seamos necios” y “miremos atentamente cómo vivimos” (Ef. 5, 15-16).

No hay cosa más importante que la vida. La vida es nuestro valor supremo: todo en nosotros debe de girar a su alrededor. Todo lo debemos de poner al servicio de la vida, ya que por encima de todo hay un valor sagrado a salvar y respetar en nosotros mismos y en los demás.

El don de la vida, de la que Calderón de la Barca decía: “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, donde un gran bien es pequeño, que todo la vida es sueño y los sueños sueños son”.

Pero la vida no es un valor estático sino dinámico, necesita ser alimentada. El pan es el sustento de la vida ya que tener pan es tener garantizada la vida. Robar el pan es robar la vida. Dificultar el pan al hermano es hacerle imposible la vida y pedir a Dios: “el pan nuestro de cada día” (Mt. 6, 11) es pedirle seguir viviendo, ya que no puede haber vida sin pan. Es verdad que “no sólo de pan vive el hombre” (Lc. 4, 4), pero tampoco se vive sin pan.

Quien ama la vida y ama la vida de los demás tiene que preocuparse por el pan y de que no falte. En el mensaje evangélico de los domingos anteriores, Jesús nos decía que la mejor manera de que todos tengan pan es que haya un buen reparto del mismo. La solidaridad es la fuerza que abre el camino a la vida.

Cuando nos reunimos a celebrar la Eucaristía, nos reunimos la familia cristiana a cantar y celebrar la Vida; no solo la vida humana que nuestros padres nos han regalado, sino, de una manera especial, la Vida que nos ha regalado Dios por la fe en Cristo Jesús. Toda Eucaristía es un canto a la Vida.

Por eso, al celebrar la Vida juntos, también juntos comemos el mismo pan. La mejor manera de cantar y celebrar la vida es compartir el pan y vivir en comunión con quien es la fuente y el gran defensor de la vida: Jesús, el Señor.
Como decía José Luis Martín Descalzo en su poema Si me faltas tú: “Sin Ti, el sol es luz descolorida. Sin Ti, la paz es un cruel castigo. Sin Ti, no hay bien ni corazón amigo. Sin Ti, la vida es muerte repetida… Pues, si me faltas Tú, no tengo nada: ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida”.

El autor es sacerdote católico.

Opinión Dios archivo
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