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Misión implosible

Querida Nicaragua: Hablando con varios amigos sobre la historia triste de nuestra nación, les hablé a grandes rasgos de los planes que tenía cuando fui candidato a la Presidencia en el 2011. Les decía que por lo general la mayoría de la población cree, porque así lo dice la realidad de la historia, que la política o los cargos públicos son algo así como una regalía, como tener un salario asegurado haciendo un trabajo fácil. Muchísimos empleados públicos llegan a sus despachos a leer los periódicos o revistas, a tomar café y a charlar. Por supuesto que no todos, hay honrosas excepciones.

En cuanto a la Presidencia de la República esas son palabras mayores. Algunos llegan a mandar a sus ministros y demás funcionarios como si fuesen los peones de una hacienda. El nepotismo se instala y consiguen trabajo hijos, sobrinos, hermanos, tíos, parientes lejanos, amigos, hijos de amigos, etc. Y luego vienen las licitaciones y los chanchullos y las coimas y todo lo que conocemos de algunos de nuestros presidentes.

Les decía a mis amigos que el salario presidencial no sería mayor de US$3,000. Que trataría de reducir el número de diputados a 70, esto se logra suprimiendo los diputados nacionales. Igualmente procuraría la elección de diputados por suscripción popular, así directamente el pueblo y no los partidos políticos elegirían sus diputados. El salario de un diputado no sería mayor al equivalente de US$2,500. Reduciría el Consejo Supremo Electoral a tres magistrados o magistradas independientes y honorables, con un personal calificado y apartidista en toda la estructura electoral.

Crearía un Instituto Nacional de Cedulación donde todo ciudadano a la edad que establece la ley obtendría gratuitamente su cédula de identidad. Implementaría el derecho del voto a los nicaragüenses residentes en el extranjero. Un contralor y tres asistentes capacitados y apartidistas manejarían la Contraloría General de la República, para descubrir y combatir todo acto de corrupción. Ordenaría una auditoría en el INSS (Seguro Social), y no permitiría que se usara como caja chica del Gobierno. El Seguro Social deberá ser administrado en beneficio exclusivo de trabajadores y pensionados. Elevaría el techo electoral al 50 por ciento +1. Prohibiría la reelección presidencial de por vida.

No me dejaron terminar. Eso, me dijo uno de ellos, es misión imposible en un país con años y años de malas costumbres. Habría una serie de protestas, me dijo otro. Yo argumenté que protestarían los politiqueros acostumbrados a vivir del erario, pero el pueblo en general aceptaría gustoso las nuevas medidas, la austeridad y la honradez administrativa, el buen manejo de los impuestos y la recuperación del Seguro Social entre otras cosas. Esos son sueños, me dijo otro.

Sigo creyendo que son buenos sueños.

El autor es director general de Radio Corporación.

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