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Agradecimiento a Costa Rica

Recientemente encontré la cédula de residencia de mi padre en Costa Rica fechada el 23 de abril de 1957, revalidada para el año 1958 y 1959; pero ya no tuvo que ser revalidada en 1960, porque en junio de 1959 mi padre puso término a su exilio en Costa Rica y regresó a Nicaragua en un avión C-47 para luchar contra la dictadura somocista en lo que se llamó la rebelión de Olama y Mollejones.

La cédula es un testimonio de la tradición de solidaridad fraterna de la hermana república de Costa Rica, que ha acogido a miles de nicaragüenses perseguidos por diferentes dictaduras, incluyendo a mi familia dos veces, en 1958 con mi padre y en 1984 con mi propia familia durante la primera dictadura de Daniel Ortega, quien también con su propia familia encontró refugio y seguridad en ese país en 1978 durante los días álgidos de la dictadura somocista.

Costa Rica siempre ha sido refugio y un referente democrático para los nicas y por ello les debemos estar agradecidos. Un agradecimiento que cobra actualidad ahora que miles de nicaragüenses se han visto obligados a emigrar hacia el sur ante la brutal ola de represión que se vive en Nicaragua.

El último conflicto que tuvimos con Costa Rica fue en octubre del 2010, cuando otro beneficiado por la solidaridad de ese país que lo acogió, Edén Pastora Gómez, so pretexto de dragar el río San Juan metió la draga en territorio tico, la Isla Calero, para supuestamente “limpiar” un caño por donde según él corría la frontera.

Ahora ha hecho noticia en Costa Rica una ola xenofóbica contra los nicas provocada en las redes sociales que desdice totalmente de la cultura solidaria que ha sido parte de la idiosincrasia costarricense. ¿Quién podría estar interesado en romper con estos patrones históricos de tolerancia, respeto y convivencia?

Los notables costarricenses Roberto Artavia, exrector de Incae, y Eduardo Ulibarri, exdirector del diario La Nación, especulan que nadie más interesado que el régimen de Ortega-Murillo en fomentar que la ola de xenofobia explote contra los nicaragüenses en Costa Rica y de paso desestabilice este país. “La presencia de ‘cocteles molotov’ —asegura Artavia—, en manos de obvios agitadores es una señal de que en una próxima ocasión estas manifestaciones pueden escalar, si no se pone cercana atención y se evita que este horrible movimiento cobre fuerza”.

“Muy conveniente para un régimen que nuevamente necesita un enemigo común para desviar la atención de sus propios problemas, hoy peores que nunca ante la violencia y presión interna e internacional para que dimita o adelante las elecciones”, afirma Artavia.

Los nuevos exiliados en Costa Rica son gente humilde y trabajadora que busca salvar sus vidas de la represión y una oportunidad de trabajo y solo añoran regresar a Nicaragua en condiciones de paz, democracia y libertad.

El autor es periodista, exministro y exdiputado.

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