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El Chipote

Los detenidos son hijos de Alex Pérez, un activista de derechos humanos y presidente del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), en Estelí. LA PRENSA/ARCHIVO/Carlos Valle

“Me estaba pudriendo en El Chipote”, el universitario Bayardo Siles narra sus días en la cárcel

Cuando Siles pretendía salir hacia Costa Rica, la Policía lo retuvo en la frontera y lo tuvieron preso ilegalmente en cárceles policiales de tres departamentos del país, todas en condiciones antihigiénicas

Antes de huir de Nicaragua, durante diez días, Bayardo José Siles Rodríguez, un universitario y activista de derechos humanos originario de Matagalpa, estuvo preso ilegalmente en cárceles policiales de tres departamentos del país, todas en condiciones antihigiénicas. Entre los calabozos está El Chipote, donde vivió un horror.

En las cárceles además conoció el calvario de otros presos y confirmó “cómo defender, promover o solicitar derechos humanos se convierte en un crimen en Nicaragua”.

“Esos diez días para mí fueron años, pasé chillando, porque nunca había estado preso y nunca imaginé que pasaría esto solo por el hecho de protestar o ejercer derechos, algo que vengo haciendo desde hace años, como pedir la democratización del país o detener la discriminación”, comentó el joven de 27 años que ahora se encuentra en otro país, por temor a que lo vuelvan a encarcelar, como sucedió el 9 de agosto reciente.

Siles iba ese día con tres amigos en un bus hacia Costa Rica y la Policía lo retuvo en la frontera indicándole que le harían preguntas y que podría viajar en el siguiente bus. Pero, después de algunas horas, lo llevaron a la delegación policial en Rivas.

Desde que era adolescente, Siles ha optado por el activismo en defensa de los derechos de la niñez y la adolescencia, así como de la comunidad de Lesbianas, Gais, Bisexuales y Transexuales (LGBT). Más de una vez pudo ser visto en Matagalpa solo y portando alguna pancarta alusiva a demandas sociales. A veces lo hacía acompañado por una de sus amigas.

Esa información la tenían los policías que lo detuvieron. Siles asegura que en las fronteras disponen de “listas reales” enviadas por operadores del Frente Sandinista.

El 13 de agosto fue llevado de Rivas a la Dirección de Auxilio Judicial de la Policía, conocida como el Chipote, en Managua, pero el traslado fue con “una caravana impresionante, como si yo fuese una persona muy peligrosa”.

Cuatro días “eternos” en El Chipote

Apenas ingresó al Chipote, una mujer policía, prepotente, le revisó sus pertenencias y en un bolso encontró calzones de una amiga que viajaba con Siles a Costa Rica. “En medio de los calzones iba una pañoleta azul y blanco, eso fue motivo para que esa policía me dijera hasta de qué me iba a morir”, cuenta el joven.

“¿Es que sos cochón?”, preguntaba la mujer alterada tratando de amedrentarlo y ordenándole que se desnudara e hiciera cincuenta sentadillas. Cumplida la orden, lo dejaron en bóxer y lo metieron a un calabozo “súper oscuro, solo hay una ventanita en la parte de arriba supuestamente para que entre aire, pero no entra nada y eso es un horno. Realmente, la estructura del Chipote está diseñada para acribillarte mentalmente, alucinás, dormís para olvidar que estás encerrado”.

“Una voz angelical”

Acompañado por otros cuatro presos, involucrados en otros delitos, Siles estuvo todo el tiempo en bóxer, “sin bañarme y me estaba pudriendo”. Adquirió hongos en la piel, principalmente en los pies y admite que “no me golpearon, pero siempre pasé con mucho miedo porque a otros sí los sacaban de repente, los golpeaban y eran unos gritos terribles… nunca me sacaron ni me entrevistaron”.

Imperaba el miedo entre los reos, pero las cosas cambiaban cada mediodía, cuando una mujer “con una voz angelical y que se escuchaba por todo aquel galerón, al mejor estilo de ópera, cantaba el Avemaría y después cantos a la Purísima. Todo el mundo se callaba para escucharla, nadie platicaba y cada vez que ella terminaba, todos gritábamos de alegría, muy llenos de esperanzas”, relata Siles, admitiendo que “se me hace un nudo en la garganta al recordar a esa señora”.

Después supo que la cantora es Olesia Auxiliadora Muñoz Pavón, pianista y miembro del coro de la parroquia Santa Ana de Niquinohomo, Masaya, pero que está siendo acusada de terrorismo por apoyar las protestas contra el Gobierno.

“Una voz espectacular y cada vez que ella cantaba, las recargas del día, del encierro, de la desesperación, la ansiedad, se iban y ella lograba que estuviéramos bien y siempre durmiéramos bien”, relata el universitario. Cuando trasladaron a Muñoz al Sistema Penitenciario, todos en el Chipote pedían a gritos que no se la llevaran, pero ella gritaba que sí quería irse.

Orteguistas indolentes

El 16 de agosto le dijeron a Siles que sería trasladado. Afuera del Chipote estaba su mamá, Rosa Amelia Rodríguez Herrera, queriendo tener noticias suyas, pero también estaban simpatizantes orteguistas dizque exigiendo justicia.

Rosa Amelia Rodríguez Herera, madre del universitario Bayardo Siles Rodríguez. LA PRENSA/L. Martínez

“Yo mismo vi, cuando me trasladaban, que miembros de la Juventud Sandinista presionaban a mi mamá, queriendo obligarla a bailar Daniel se queda y ella estaba llorando, bien asoleada… quise gritarle que me llevaban a Matagalpa, pero uno de los policías me jincó con el (fusil) AK en el costado para que me callara”, narró Siles.

Interrogado por operador político

Después de unas horas en la Policía de Matagalpa, Siles fue llevado a la oficina del segundo jefe departamental de esa delegación, comisionado mayor Javier Martínez. Instantes después llegó un operador del Frente Sandinista que sin más ni más comenzó el interrogatorio sobre las organizaciones con las que ha trabajado el universitario e insistía en preguntar cuál organización financiaba “para comprar armas” a quienes mantuvieron tranques al suroeste de la ciudad.

Tienen miles de fotos en el Chipote

El operador oficialista cuestionó por qué Siles demandó rendiciones de cuentas a la UNEN en Matagalpa y luego le mostraron fotos de manifestantes. “Tienen miles de fotos, pero les faltan nombres para identificarlos”, cuenta el universitario, indicando que la entrevista duró aproximadamente 15 minutos, pues él cuestionó al mando policial diciéndole que “en todo caso quien debería de entrevistarme es usted y no un partido político”.

“Andá descansá, solo colaborá con lo que te pidamos después”, le habría dicho Martínez y el universitario fue llevado al calabozo, donde “pasé dos días más, sin bañarme, rogando para ir al baño, orinaba en unas pichingas hediondas, había cucarachas y ratones…”.

Su liberación y salida del país

La tarde del 18 de agosto, Siles fue liberado en Matagalpa, tras retornar de Managua.

Afuera de la delegación policial estaba su madre esperándolo. Corrió para abrazarla. Fueron a casa donde el universitario se despidió del resto de la familia, pidiéndoles que cuiden a los siete perros que tiene como mascotas, “que por favor no los regalen”.

De inmediato se fue a Managua donde buscó atención por los hongos en la piel y después de un par de días salió del país, con la pretensión de continuar ejerciendo activismo y presión internacional, contando “cómo defender derechos humanos se convierte en un crimen en Nicaragua y por qué los defensores somos perseguidos”.

Departamentales Bayardo Siles El Chipote Matagalpa archivo

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