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Nada es normal

Las cosas no pueden estar normales cuando los juicios a los presos políticos se realizan en la oscuridad, cuando han sido condenados porque ya lo decidió por adelantado la dictadura.

La señora no quiere recordar los años noventa cuando no dejaron gobernar a los demócratas. Después que finalizaban las asonadas criminales exigían liberación de todos los presos y que no hubiera acusación por los crímenes que cometieron. Así que todos los epítetos en contra de los autoconvocados que ella escupe, primero fueron para ellos.

No puede ser normal que nuestro pueblo se manifieste exigiendo justicia, libertad para presos políticos, porque se supone que el gobierno garantiza los derechos de los ciudadanos.

No es normal que la Organización de los Estados Americanos (OEA) le dé prioridad a los asuntos políticos internos de nuestro país porque el gobierno está asesinando a su pueblo.

No es normal que portar la bandera azul y blanco de la patria sea un delito a muerte.

Solamente los que vivimos en Nicaragua sabíamos que eso del país más seguro de la región no era cierto porque en la montaña el Ejército que ya era orteguista estaba realizando operación limpieza, estaba asesinando a los campesinos sin importar que estos fueran niños.

No es normal que en León los universitarios no asistan a clases por temor a ser capturados en la universidad.

No es normal que las marchas de los autoconvocados sean consideradas un delito y se utilicen francotiradores contra ellas.

No es normal que en Nicaragua los paramilitares controlen todo, que realicen a diario capturas ilegales, que hagan desaparecer a los ciudadanos, fuerzan la migración a los jóvenes para no ser asesinados.

La situación del país no es normal, lo que pasó en abril fue el detonante que catapultó a las calles un pueblo cansado de tantos fraudes electorales, de tanta corrupción, de tanto nepotismo, de alzas en combustibles y luz eléctrica que solo benefician a la dictadura por controlar como negocio particular la total cooperación venezolana.

No es normal que un gobierno retire sus reservas del Banco Central, que se realice una reforma presupuestaria y beneficie a la familia gobernante.

Durante once años la situación era normal para la pareja de dictadores, gobernaban como si se tratara de su latifundio privado, solamente faltó que le cambiaran el nombre al país y le pusieran sus nombres.

La familia de dictadores confirma que nada es normal. En abril cercaron su búnker dos kilómetros a la redonda, levantaron tranques de piedras de cantera y aumentaron el número de policías que los protegen con armamento de guerra. Si es cierto que todo volvió a la normalidad, ¿por qué no quitan los tranques que rodean su búnker?

El autor es abogado y notario público.

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