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Benditos los perseguidos

Que Cristo haya bendecido a quienes luchan y sufren por la justicia implica tanto la nobleza y el mérito de hacerlo, como la existencia del deber moral de combatir la injusticia

En estos momentos de persecución contra quienes luchan por una Nicaragua justa, es oportuno recordar la extraordinaria predilección que Jesús mostró por ellos.

Lo manifestó en forma bella y rotunda en las bienaventuranzas: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados”, (la dos) y “Bienaventurados aquellos perseguidos por causa de la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos” (la cuatro). Las bienaventuranzas séptima y novena tienen también mensajes relacionados, pues bendicen a los que buscan la paz y a los que son injuriados y perseguidos con mentiras, y toda clase de males, por ser fieles a Él.

Es un mensaje que debe animar a todos los que hoy son perseguidos por buscar una Nicaragua mejor, libre de corrupción y tiranía, y motivar a quienes temen involucrarse en la lucha. Que Cristo haya bendecido a quienes luchan y sufren por la justicia implica tanto la nobleza y el mérito de hacerlo, como la existencia del deber moral de combatir la injusticia.

Dios no bendice a quienes prefieren la comodidad de no hacer nada o la seguridad de quedarse al margen; sus bendecidos son los que ansían que haya justicia y se arriesgan por ella. Y lo son, doblemente, los que al hacerlo sufren; los perseguidos. A estos les promete nada menos que “el reino de los cielos”. Negarse a participar en la construcción de un orden más justo es un pecado de omisión. Es también una falta de patriotismo, esa virtud que nos llama a servir, e incluso a sacrificarnos, en aras del bien de la tierra o comunidad que nos vio nacer.

Las bienaventuranzas vinculadas con la justicia son también un llamado a ser valientes, lo que implica manifestarse, proclamar la verdad o denunciar lo injusto, aun cuando sea arriesgado. Como San Juan Bautista, celebrado el 29 de agosto, quien decía al rey Herodes: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano”. Y no temió a los poderosos, ni le importaron las consecuencias de sus palabras. Tenía presente la advertencia del Señor al profeta Jeremías: “Tú cíñete los lomos, ponte en pie y diles lo que Yo te mando. No les tengas miedo… lucharán contra ti, pero no te podrán, porque Yo estoy contigo para librarte”.

Para que sea meritoria la lucha por la justicia debe tener rectitud de intención: no librarla por odio, revancha o interés personal, sino por el deseo genuino de restaurar el derecho y mejorar la sociedad. Debe también considerar la moralidad de los medios utilizados y nunca violar la dignidad de nadie, incluyendo a los injustos. Quienes así actúen cosecharán las más grandes bendiciones, aunque por un tiempo deban cargar con la cruz.

El autor es sociólogo. Fue ministro de Educación.

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