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Reos políticos en huelga de hambre

Alrededor de 120 presos políticos recluidos en la cárcel Modelo de Tipitapa, se encuentran en huelga de hambre desde el martes 28 de agosto. Todos ellos son acusados de participar en las protestas pacíficas que por la brutal represión gubernamental se convirtieron en rebelión popular cívica contra la dictadura.

Sobre los presos políticos en Nicaragua, el saliente alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad al Hussein, declaró el miércoles de la semana pasada que deben ser puestos en libertad de inmediato. “Debe liberarse a quienes nunca debieron ser detenidos por ejercer su derecho a reunirse pacíficamente”, dijo Hussein antes de concluir su mandato en el alto cargo de las Naciones Unidas, que a partir del 1 de septiembre desempeña la expresidenta socialista de Chile, Michelle Bachelet.

La huelga de hambre indefinida de los presos políticos, que este lunes llega a su séptimo día, es ante todo una protesta por los malos tratos que reciben en la cárcel, pero también es una presión para recuperar su libertad.

Ortega y Murillo llaman “perros rabiosos” a los presos políticos y a todos aquellos que los adversan. No les reconocen su condición humana y menos que respeten la dignidad y los derechos que les son inherentes, aun en la condición de reos en que se encuentran.

“En Nicaragua el Sistema Penitenciario es humanitario”, dice el artículo 39 de la Constitución, pero la dictadura de Ortega y Murillo lo ha convertido en un régimen de castigo, de venganza contra las personas opositoras que sufren la desgracia de ser encarceladas.

Con el maltrato deliberado y sistemático a los reos políticos, el régimen viola los principios y las normas de derechos humanos que están consignados en la Constitución y en las declaraciones y convenios internacionales. Que esos derechos les sean respetados, es lo que básicamente reclaman los presos políticos que están en huelga de hambre.

Además, en una carta que enviaron desde la prisión, los huelguistas de hambre le piden al pueblo que debe “intensificar la lucha en las calles (por la libertad y la democracia) sin ningún miedo al régimen” . Por su parte los ciudadanos autoconvocados no olvidan a sus presos. A pesar de la cruda represión, la gente sale a la calle a reclamar su liberación y a demandar la recuperación de la democracia.

La huelga de hambre es un recurso sacrificial pero legítimo de la lucha no violenta, que puede causar la muerte de la persona si se prolonga hasta entre 60 y 90 días, según criterios médicos. Es conmovedor, pero es muy difícil que personas tan inhumanas como las que detentan el poder en Nicaragua se conmuevan ante este sacrificio de los presos políticos.

Los mismos reos políticos, y sus familiares, deben valorar y decidir si vale la pena morir en la cárcel por la huelga de hambre, o mejor mantenerse con vida hasta la recuperación de su libertad, que tenemos la esperanza y la convicción de que será muy pronto.

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