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protesta, Nicaragua, crisis en Nicaragua

La crisis sociopolítica iniciada en 2018 se ha extendido hasta la fecha, sin que el régimen muestre voluntad por mejorar la crisis de derechos humanos en el país . LA PRENSA/Jader Flores

“Que las marchas sean reprimidas es la prueba evidente que falta normalidad”, dice Vilma Núñez

La defensora de derechos humanos asegura que aparentar que el país ha vuelto a la “normalidad es una forma de (Daniel Ortega) de aturdirse él mismo con repeticiones de sus mentiras para autoconvencerse”

Nicaragua, en los últimos cuatro meses del estallido social, ha vivido entre el miedo y la indignación. Más de 23 mil refugiados en Costa Rica, más de 322 muertos, más de dos mil heridos, centenares de presos políticos, e incluso el recorte de emergencia al Presupuesto del República no son indicadores de “normalidad”, a como quiere aparentar el Gobierno, sino de “crisis y de militarización”, señalan expertos en temas de derechos humanos y sociedad.

“No se puede hablar de normalidad cuando una persona que se dice presidente está llena de miedo y militariza las calles, cuando ve hasta una pequeña marcha”, dijo la defensora de derechos humanos Vilma Núñez de Escorcia.

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Y que “las marchas sean reprimidas es la prueba evidente que falta normalidad, y es la prueba más evidente de la represión y violación de los derechos humanos”, señaló la defensora.

En este sentido, aparentar que el país ha vuelto a la “normalidad —agregó Núñez de Escorcia— es una forma de (Ortega) de aturdirse él mismo con repeticiones de sus mentiras para autoconvencerse”.

El Gobierno, a través de su vocera Rosario Murillo en sus transmisiones  regulares del mediodía, anuncia “normalidad” del país  y lanza “castigos divinos” contra las protestas de los que llama despectivamente “minúsculos, chingastes o poquedad” y que osan demandar democracia y libertad para los presos políticos.

Y en este intento de vender su “normalidad” da lectura a una agenda de actividades de sus ministerios, principalmente de Intur; no obstante, se aprecia poca afluencia de personas.

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Para Núñez de Escorcia, la militarización del país también afecta estos eventos. En estos meses, las actividades sociales, culturales y comerciales han sido afectadas por el estallido social, la represión policial y de paramilitares. Y son algunas  razones porque “las personas no asisten para no exponerse a los peligros”, valoró.

Reciente marcha en demanda de libertad de los prisioneros políticos. LA PRENSA/Archivo/Roberto Fonseca

Asimismo, dijo ha observado que en los centros comerciales se aprecia pocos clientes, que no se ven promociones y los rótulos de las calles no tienen anuncios, sino avisos de se “alquila o están disponibles”. “Ni ellos mismos han vuelto a poner sus caras en los anuncios”, lo que indica anormalidad y crisis.

Informe realizado con mucho profesionalismo

La misión de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) presentó en recientes días un informe sobre violaciones de derechos humanos, que estableció que en Nicaragua se dio una masacre no un “golpe de Estado”.

Igualmente, pidió a Ortega rendir cuentas y propuso crear una comisión de la verdad, nacional e internacional que investigue los hechos.

Al respecto, Núñez de Escorcia dice que este informe  fue realizado con mucho profesionalismo y acuciosidad, además “respalda y se une al de Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)”. Asimismo, contradice las afirmaciones de Ortega sobre los asesinatos.

“Vitrinas sociales” o “galletas de felicidad”

Para el sociólogo y catedrático Cirilo Otero, esta idea de “normalidad” o de “crear burbujas” ha sido una práctica constante de las tres administraciones: Daniel Ortega-Jaime Morales; Ortega-Omar Halleslevens y Ortega-Rosario Murillo.

Estas “vitrinas sociales” del orteguismo, o escaparates, aparentan que todo está muy bien, pero detrás de ellos existe una realidad a ocultar. “Esta es la práctica de la dictadura, que de todo está bien y que la gente está en paz”, refirió Otero.

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También comentó que esta idea tiene referencias en la novela Un mundo feliz del escritor británico Aldous Huxley. “ En ella el poder intenta crear galletas de felicidad, es decir —antes de matar a las gentes y para evitar estrés social— les ofrece un paraíso precioso”.

Sobre este “mundo feliz” y falso que venden al pueblo los Ortega-Murillo, el sociólogo también dice que esta conducta es propia de la administración de voluntades manifestada en prácticas autoritarias de “yo digo  lo que va a pasar, yo digo qué es lo que va a ver, yo digo qué es lo que hay que admirar”. Eso sin faltar el culto a la personalidad del líder eterno.

Este escenario del “mundo feliz” y culto al supremo líder hace recordar al dictador norcoreano Kim Il-sung, vendido al pueblo como el líder supremo desde 1948 hasta 1994, heredando el cargo a su hijo Kim Jong-il.

En 1986, los sandinistas lo condecoraron con la Orden Augusto C. Sandino, en el grado Batalla de San Jacinto, por luchar por la “paz y la independencia de la patria”. Después de muerto, los medios estatales continuaron adulando su nombre.

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Sobre la realidad de las protestas iniciadas el pasado 18 de abril, estas continúan en las calles. Para Otero, el Gobierno ha creado una “estrategia de generar pánico y sometimiento” y se ha equivocado, ya que estas acciones represivas lo que han hecho es crear  una “mayor cantidad de resistencia y de protestas”.

“Todos los días nacen nuevos líderes y nuevas ideas, y es ahí cuando nacen las antipatías al régimen autoritario”, resaltó Otero ha sido la respuesta ciudadana a la escalada de represión.

Personas indocumentadas cruzan la frontera en un punto ciego entre Nicaragua y Costa Rica. LA PRENSA/Archivo/Jader Flores

Huyen a Costa Rica por temor a “cacerías de brujas

Otro tema que ha impactado fuertemente el país es la migración de más de 23,000 nicaragüenses a Costa Rica. Recientemente dio a conocer un informe de la Agencia de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) que una buena parte han tenido que huir por temor a ser capturados y torturados por fuerzas del Gobierno.

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“Es decir, hay listas, son buscados en sus casas, los han sapeado vecinos suyos o agentes de la seguridad o como se llamen”, dice el investigador de temas migratorios José Luis Rocha. Es lo que está sucediendo y no es un signo de “normalidad”.

Recordó que hubo gran cantidad de levantamientos muy fuertes en Jinotepe, Masaya y en otros lugares, y los ahora refugiados “no tomaron en cuenta esta etapa represiva, de cacerías de brujas, y se pusieron en evidencias”.

Rocha además explica que esta es una situación de anormalidad, inseguridad y represión generalizada, donde cualquier persona corre riesgos. Asimismo se han ido personas que tienen posibilidades de insertarse en Costa Rica. Otras han salido hacia Estados Unidos y España.

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La tradición de la migración de Nicaragua hacia otros países es salir por puntos ciegos. Otra de las razones por las que muchos se fueron fue porque el servicio de migración estaba casi colapsado, y no quisieron esperar o pasar riesgos.

“En estos países hay  una estructura de redes sociales con capacidad de acoger nuevas olas migratorias”, la solidaridad se expande a familiares que los han acogido, otros se han aventurado con amigos y conexiones con organizaciones humanitarias, y les ofrecen una ayuda o capital semilla para que se inserten en la vida laboral, explica el investigador.

Comentó que una ventaja para las personas que continúan yéndose, y tramitar sus papeles en Costa Rica o Panamá, basta que lleven sus partidas de nacimiento o cédula, no es necesario el pasaporte, mucho menos que esté sellado por un pase aduanero.

Estos países de destino no han puesto obstáculos. En caso de España es distinto, porque se tiene que cumplir los requisitos. En otros casos, algunos se van Estados Unidos, pero “mojados”, aclaró Rocha.

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