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Castigo injusto

El ejercicio de las profesiones como el de la defensa en la abogacía y la sanación en la Medicina, padecen la pena de ser castigadas.

Ningún país por muy primitiva que sea su raíz excluye a los derechos más elementales del ciudadano fustigado por la angustia. Dentro de las funciones que produce el espectáculo evolutivo de la tecnología no pueden excluirse las sensitivas vinculadas con la fisonomía invisible del alma.

Tantos calificativos pueden ponerse en la estética y la ética de la filantropía, bella como todas las artes de la bondad. No solo el cuerpo es beneficiario de la lucida imagen, sino de todo lo intangible que hay dentro de su estructura donde hay un corazón que palpita y una lágrima que tiembla.

Cada vez que una madre presiente lo que hay en el fondo de la reja, físicamente ausente el ser amado, agiliza la sensación psíquica de estar a su lado. En ese sentido, se percibe a la progenitora acongojada por la fatalidad del hijo que está indefenso con solo el testimonio mudo de las piedras sin que tenga al representante legal, al abogado que le asista en el sagrado derecho de la defensa, porque el experto en esa especialidad jurídica teme ser considerado como un subversivo.

Y es que algunos profesionales del Derecho han sido señalados de asociarse con el terrorismo…

Últimamente ha sido masivo el despido de los profesionales de la Medicina incluso de los especialistas cuyos servicios son de ineludible necesidad. La filantropía está de duelo. El médico es un científico y por ello es un apóstol de la generosidad, según lo indican el prefijo y el sufijo del componente conceptual. Amigo de la humanidad que es castigado porque atendió las heridas de los jóvenes que se han pronunciado en favor de su causa.

La sensibilidad no debe anotarse maquinalmente en la agenda cotidiana. Advierte con el temperamento creativo de la criatura cuyas primeras luces prende “el uso de la razón”. Lo primero que evidencia la vocación es la inclinación por una determinada ocupación. Si desde la adolescencia el aspirante consagra las horas en la ciencia médica, lo más probable es que sea un galeno conectado con el afán imperturbable de curar a los enfermos. Para ser un especialista —un gastroenterólogo por ejemplo— se requiere no solo la experiencia vital, sino la consagración de la fe para llegar a la meta de la salvación. Aquí se les bota sin ninguna explicación.

Otras profesiones han sido castigadas por el rumbo de la equivocada penalización y que no es posible incluir en el espacio lacónico desestimadas por la ingratitud de sectores renuentes a plasmar en la realidad, el crédito que merece la valoración.

El autor es periodista.

Opinión abogados medicina Nicaragua archivo
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