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jóvenes, Nicaragua

Mis ministros, solo yo

La desesperación del orteguismo es tal que ha implementado sin decreto alguno un virtual estado de sitio, los paramilitares allanan hogares, toman prisioneros a cualquier hora del día o de la noche

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: El Gobierno ha llegado a un grado tal de desesperación que no repara en nada con tal de demostrar su fortaleza material. Desde el 19 de abril ha soltado sus turbas criminales tratando de evitar las voces del pueblo en las calles que reclaman libertad para los presos políticos, no más torturas, no más desaparecidos, no más muertes que están llegando al medio millar.

En esta ola de violencia desatada por el orteguismo se ha llegado a irrespetar a sacerdotes y obispos, incluido el Nuncio Apostólico de Su Santidad, se ha disparado en contra de varias iglesias y no pasa una semana sin que ocurra un atropello o un insulto, o una amenaza en contra de cualquiera de nuestros obispos de la Conferencia Episcopal.

El Gobierno no respeta los valores morales que nuestros padres y abuelos nos inculcaron desde niños. Recuerdo que en los años cuarenta del siglo pasado, siendo niño, alguna vez escuché un señalamiento hecho en privado y suavemente por algún familiar criticando la forma de predicar del cura del pueblo. Mi madre intervino en la conversación para decirles a todos que en su casa no se hablara mal de ningún sacerdote, y agregó: El Señor dijo, mis ministros …solo Yo. En realidad yo nunca he leído en ninguna parte de la Biblia que el Señor haya hecho tal referencia, pero toda la familia entendió que a los sacerdotes hay que respetarlos porque son los ministros del Señor, son los apóstoles del Señor Jesús.

Muchos pensarán que el sacerdote es un hombre y que puede ser objeto de crítica; nadie les niega el derecho a criticarlos. Pero un gobierno que se respete a sí mismo no debería tener un comportamiento agresivo con los sacerdotes y con las iglesias.

El pueblo nicaragüense en su inmensa mayoría es católico y en noventa y nueve por ciento es cristiano, de modo que agredir a un sacerdote o un obispo y lanzar metralla contra una iglesia es un acto en contra de Dios y en contra del propio pueblo cristiano.

La desesperación del orteguismo es tal que ha implementado sin decreto alguno un virtual estado de sitio, los paramilitares allanan hogares, toman prisioneros a cualquier hora del día o de la noche. Es peligroso encontrarse con una camioneta Hilux llena de encapuchados con armas de guerra, ellos detienen a cualquiera que les parezca sospechoso, lo llevan a su respectiva sección de policía, y con mucha suerte le permiten una llamada telefónica que lo pueda salvar en aquel momento. A un obrero conocido mío lo retuvieron una hora, lo soltaron pero le robaron el celular y mil ochocientos córdobas. Dejen en paz a este pueblo por favor.

El autor es director general de Radio Corporación.

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