Todo empezó en un campeonato nacional cuando Leonardo Crawford vio posibilidades de ser figura en el beisbol. Su abogado y ahora representante Pablo López lo contactó e integró a su academia hasta la firma con Nemesio Porras, en su momento scout de los Dodgers de Los Ángeles. 50,000 dólares costó estampar su nombre en un papel, pero más que eso había encontrado la puerta hacia la grandeza si lograba desarrollarse.
Lea: Jonathan Loáisiga se sintió en gran forma, pero no está cerca su regreso a Grandes Ligas
Crawford es de Puerto Cabezas, han pasado cuatro años desde su firma con los Dodgers, todavía es un lanzador con mucho por mejorar, pero este año mostró una cualidad de guerrero: nunca darse por vencido. El zurdo de seis pies de estatura había terminado la temporada 2017 con 10 derrotas y solamente siete victorias, pero lo que era todavía peor, en su arranque en 2018 estaba con seis derrotas y un triunfo, además coleccionaba números de infarto como era su efectividad en 4.02.
“Siempre creí que las cosas iban a cambiar”, dice el joven de 21 años. Y es que esa fe combinada con la entrega de cada jornada de entrenamiento tuvo efecto cuando el 4 de julio consiguió su segundo triunfo para no parar de ganar y alcanzar las ocho victorias.
Parece hasta increíble que Crawford durante mayo y julio no ganó un solo partido y luego en sus 11 salidas restantes no perdió ninguno, ganado siete desafíos. “Pasé por un mal momento y tampoco el equipo me ayudó mucho”, confiesa.
Lea además: Roniel Raudes descarta cirugía y quiere lanzar en Nicaragua
Otro de los factores que colocaron contra la pared al zurdo costeño fueron sus problemas con la curva. “La curva es un pitcheo que me ayuda a salir rápido de los bateadores y no me estuvo funcionando. Ahora que descanse en temporada muerta aprovecharé para trabajar en ello”, indica Crawford, dueño de un repertorio muy amplio de lanzamientos: recta, cambio, curva, sinker y slider. Debido a que Crawford no tiene una gran velocidad (90-91 millas máximo) el control y variedad de lanzamientos es su arma más fuerte.
“Me afectó el hecho que no estuve estable en una liga en el comienzo. Estuve hasta en Triple A. El próximo año quiero empezar en Doble A, no habrá nada que me detenga, estoy positivo y no descansaré hasta seguir creciendo”, agregó Crawford. Aunque el objetivo final no está muy cerca (MLB), las esperanzas es lo último que perderá con su fe inquebrantable.
Crawford cerró el año con 8-6 y 3.50 en efectividad y en Clase A avanzada con Rancho Cucamonga acumuló 8-0 y 2.77.