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Electoralismo y lucha popular

Ante la convocatoria a los partidos políticos, para participar en las próximas elecciones regionales de la Costa Caribe de Nicaragua, resurge el debate sobre la actitud correcta a asumir.

Algunos ya aceptaron participar en dicho proceso, en una decisión que más que precipitada denota su alineamiento con el poder establecido. Se trata de políticos que logran escalar posiciones importantes, no tanto de acuerdo con sus méritos, sino por sus ambiciones. Si el orteguismo, con las pequeñas fuerzas de que dispone, ofrece apoyo a esos políticos, ellos se insertan en su estrategia, no como militantes del partido orteguista, que no le conviene ni a ellos ni al orteguismo, sino como servidores. Servidores de conveniencia. Sacan provecho de servirle al orteguismo cada vez que hay elecciones y a su vez el orteguismo les retribuye, siempre mucho mejor que a sus propios partidarios.

Desgraciadamente, en los grupos políticos legalmente reconocidos, parece que el afán principal respecto de la política es alcanzar un cargo, no importa cómo ni para qué; simple y sencillamente para trepar. Pretender hacer creer al mundo que estamos viviendo en democracia, participando en un proceso electoral regional y juntando al pueblo para hacer algarabía, para hacer jolgorio y tocarle un buen son de toros, no pasa de ser una vana ilusión.

El que pierde cuando los grupos políticos abandonan los análisis de la cruda realidad que vive la sociedad, enfocándose en planteamientos legalistas electoreros, es el pueblo y la democracia. Es una ofensa al sacrificio de estudiantes universitarios que entregaron generosamente sus vidas, que provocó el repudio de todos los sectores sociales y generó la solidaridad internacional, mostrándole al mundo la crueldad del régimen orteguista.

Las marchas populares han sido el mejor reconocimiento al coraje y el sacrificio desinteresado de los estudiantes universitarios, así como el repudio al genocidio del orteguismo. No tiene sentido el reconocimiento legal, bajo el marco de una dictadura, sin contar con el apoyo popular. ¿Acaso no es el mejor ejemplo que el repudio popular a la dictadura es extensivo a los grupos colaboracionistas? Desgraciadamente, hay muchos políticos que se olvidan de esto.

Es necesario abandonar esa actitud defensiva —despojo de personería jurídica—, y pensar en combinar esfuerzos con la presión popular de las calles, condicionando la participación, para liberar a los presos políticos, el cese de la represión, la reapertura del diálogo nacional, demandar democracia, etc. Si no se logra, no hay que participar. No es un buen mitin lo que hará la democracia que demanda el pueblo en las gigantescas marchas, sino elecciones generales anticipadas, que permitan salir de la crisis sociopolítica actual.

El autor fue miembro del Frente Sur – RN.

Opinión Costa Caribe de Nicaragua elecciones archivo
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