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Luego que terminó la primera sesión del diálogo nacional, Daniel Ortega y Rosario Murillo no brindaron declaraciones ni siquiera a medios oficialistas. Se quedaron callados. LA PRENSA/CARLOS VALLE

La pareja presidencial Daniel Ortega y Rosario Murillo. LA PRENSA/CARLOS VALLE

Daniel Ortega descarta reanudar el Diálogo Nacional en Nicaragua

Ortega afirma que el Gobierno ya está trabajando su propio diálogo "desde la base", durante una entrevista con la cadena alemana DW

Daniel Ortega finalmente admitió que no está interesado en un verdadero Diálogo Nacional. Desde hace unos tres meses el presidente designado por el poder electoral viene tomando acciones para no sentarse a hablar de temas como justicia y democratización.

El pasado 6 de septiembre dijo en una entrevista con la cadena alemana Deutsche Welle que él ya está trabajando en su propio diálogo.

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Luego de quitar los tranques a balazos, insultar a los obispos de la Conferencia Episcopal, invadir las tierras de la empresa privada y perseguir a campesinos y estudiantes, remató al Diálogo.

Ortega afirma que “se hizo un intento” y el Diálogo Nacional “sencillamente no funcionó”.

“Aquí el diálogo más importante es el que se está negociando ya, en la comunidad, en el barrio, en la población”, sostuvo Ortega, en entrevista con Carolina Chimoy.

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Cuando la periodista le preguntó si se haría un nuevo intento para retomar las conversaciones con la sociedad civil, tras la crisis provocada por la represión contra las manifestaciones pacíficas, el presidente designado respondió categóricamente: “Estamos trabajando este diálogo desde la base”.

—¿No va a haber un diálogo con las partes sentadas en una mesa redonda con alguien como mediador? —insistió Chimoy.

—No —respondió Ortega—. Lo estamos trabajando desde la base.

Oídos sordos

La vida del Diálogo Nacional fue efímera. Incluso hay quienes creen que nació muerto. Inició el 16 de mayo, en medio de una ola de represión desatada por el Gobierno, y continuó atropelladamente, con más pena que gloria, hasta el 16 de junio. Luego de eso se estancó debido a que Ortega no volvió a dar señales de querer conversar y, por el contrario, incrementó la agresión contra los ciudadanos que pedían su salida del poder.

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Pero Ortega no solamente hizo oídos sordos al llamado de la comunidad internacional y de los obispos nicaragüenses, que actuaron como mediadores y testigos en las conversaciones, y que pedían el cese de la represión.

Ortega emprendió una persecución contra los sectores que habían tomado parte en el mismo y en las manifestaciones que él consideró como un golpe de Estado.

Contra los obispos

Los obispos de la Conferencia Episcopal han sido uno de los principales blancos de los ataques verbales de Ortega, quien ha intentado descalificarlos en cuanta entrevista ha dado, acusándolos de “golpistas”.

También los atacó desde su tarima enflorada el pasado 19 de julio. “Yo pensaba que eran mediadores, pero no, estaban comprometidos con los golpistas. Eran parte del plan con los golpistas”, los acusó, mientras era vitoreado por miles de sus seguidores.

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Diez días antes, el 9 de julio, el cardenal Leopoldo Brenes y monseñor Silvio Báez fueron agredidos física y verbalmente por turbas orteguistas, cuando llegaron a Diriamba para rescatar a ciudadanos amenazados por las turbas que rodeaban la Basílica.

Cárcel y persecución

La persecución también ha alcanzado a líderes estudiantiles y del Movimiento Campesino Anticanal que fueron actores importantes en la mesa de diálogo como miembros de la Alianza Cívica. El caso más conocido es el del líder campesino Medardo Mairena, detenido el pasado 13 de julio cuando pretendía salir del país para denunciar en un foro la represión.

A ese caso habría que sumar el reciente encarcelamiento del estudiante Edwin Carcache, miembro de la Coalición Universitaria y participante en el Diálogo Nacional; así como el asedio contra numerosos universitarios que alzaron la voz contra Ortega. Uno de ellos es Fernando Sánchez, quien se encuentra exiliado en Costa Rica.

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El recurso de Ortega contra el sector empresarial que participaba en el Diálogo fue propiciar la toma ilegal de sus propiedades. De esa manera logró dos cosas: granjearse una base social que estaba necesitando y castigar a los empresarios que lo cuestionaban.

Después de todo, al ver su comportamiento político, lo que Ortega afirmó a la Deutsche Welle parece tener sentido.

Para sus intereses, de perpetuarse en el poder, el diálogo “sencillamente no funcionó”.

Diálogo inevitable

Pese a que Daniel Ortega, presidente designado por el poder electoral, ha hecho lo posible para enterrar el Diálogo Nacional, al final no tendrá más remedio que sentarse a dialogar, analiza la excomandante guerrillera Dora María Téllez.

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“(Ortega) no puede decir que no y no puede decir que sí al diálogo, por eso inventa eso (el diálogo ‘desde la base’)”, señala.

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