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Las heridas recién hechas en el brazo izquierdo de un adolescente que fue torturado por policías en el Distrito Cinco, cerca de la Centroamérica. LA PRENSA/ ELÍZABETH ROMERO

La tortura del FSLN en el brazo de un adolescente

Esta es la historia de la tortura a un adolescente de 14 años a quien unos policías le calaron en un brazo las siglas del FSLN con la aguja de una jeringa

Sin saber que uno de sus hijos estaba sufriendo tortura de parte de policías encapuchados, Vidaldina Moncada sintió unas ganas enormes de pasar un rato con sus vástagos y pidió permiso en el trabajo para salir temprano. Antes de las 4:00 de la tarde llegó al Colegio Salvador Mendieta, por la Centroamérica, a buscar a su hijo de 14 años de edad, que estudiaba allí el primer año de secundaria.

Buscó al joven pero no lo hallaba. Lo encontró minutos después. Lo felicitó porque antes había hablado con la maestra y le dijo que el muchacho había mejorado notablemente en las calificaciones. Con el permiso de la profesora sacó a su hijo de la escuela.

Moncada no notó nada extraño en su hijo, quien ocultaba de la vista de los demás la parte interna del brazo izquierdo. Llevaba alzado los brazos mientras con las manos se agarraba de los tirantes de la mochila.

Las heridas recién hechas en el brazo izquierdo del adolescente que fue torturado por policías en el Distrito Cinco, cerca de la Centroamérica. LA PRENSA/ ELÍZABETH ROMERO

Para abordar el bus que los llevara de regreso a casa tenían que pasar obligatoriamente por el Distrito Cinco de la Policía y el joven no tuvo más remedio que detener a su mamá y decirle: “Mamá, tengo algo que decirle. Esto me hizo la Policía”. Y le enseñó el brazo izquierdo.

Tatuado en el brazo el joven tenía escritas las siglas del FSLN. Las heridas se las había realizado horas antes un policía encapuchado, con una jeringa grande. La mamá entró inmediatamente en un estado de shock. No sabía qué hacer. Pensó en el instante que ni al papá del muchacho le permite que le ponga una mano encima porque es ella quien le da el sustento. Fue un momento angustiante. “Yo quería ir (al Distrito Cinco) y gritarles que por qué me le habían hecho eso a mi hijo, pero él me detuvo y me decía: mamá no vayás, nos van a matar”.

Vidaldina Moncada está demandando justicia por la tortura que le hicieron policías a su hijo de 14 años de edad. LA PRENSA/ JADER FLORES

La tortura

El día que lo torturaron, el 21 de agosto pasado, el hijo de Vidaldina se bajó de un bus de la ruta 165 a las 11:40 de la mañana, en la parada que está cerca del Distrito Cinco de la Policía.

Se enrumbó hacia el Colegio Salvador Mendieta y atravesó todo el frente de la delegación policial. Casi al final vio que dentro de la Policía estaban lo que a él le parecieron unos camiones del Ejército con unos soldados descargando unas cajas de madera. El muchacho quedó viendo hacia dentro del edificio policial, pero no se detuvo y siguió caminando. Pasó cerca de donde estaba una patrulla con unos policías vestidos de negro con chalecos antibalas que tenían la leyenda DOEP. El joven todavía vio que uno de los policías se tocó el pasamontañas y hacía como que se rascaba el rostro. Momentos después sintió que alguien lo agarró fuerte del brazo, le hizo una llave y lo metió a la Policía. “Yo solo podía ver el suelo”, dice el joven.

Lea también: Policía impide que CPDH acompañe a madre de menor torturado por agentes

Dentro de la Policía, un agente sacó una jeringa de la pechera en la que cargan los magazines de AK-47 y comenzó a calarle las letras FSLN en el brazo, ayudado por otros policías encapuchados que le sostenían al joven las manos y los pies. Otro policía le apuntaba en la sien izquierda con un AK-47 y otro, que hablaba con acento cubano, sostenía un fusil M4, según el testimonio del adolescente. “Esto le pasa a los sapos”, le decían.

El joven afirma que no lloró mientras le hacían las heridas. Solo arrugaba el rostro por el dolor y de vez en cuando veía como lo torturaban. No lloraba ni gritaba porque tenía miedo de que lo mataran. Además, los policías comenzaron a decirle que tenían vigilada su casa y que sabían donde trabajaba la hermana de él. Le dieron una dirección y era correcta. También le preguntaban si él conocía a Lesther Alemán y les respondió que no y aunque supiera no les diría.

El policía que hablaba con acento cubano ordenaba: “Pasale otra vez la aguja”. Del brazo del adolescente brotaban gotas de sangre. Además, de la aguja salía un líquido que lo quemaba. La tortura habrá demorado unos 15 minutos, calcula el joven.

Luego, un policía lo acompañó a la calle mientras le decía que caminara con normalidad. “Salí como caminás siempre”, le expresó.

El joven salió viendo hacia abajo y siempre ocultando el brazo de la vista de los demás. Se fue al colegio por temor a que los policías lo siguieran y vieran que se había dirigido hacia otra parte.

La gorra azul y blanco por la que el adolescente de 14 años fue detenido en cuatro ocasiones por la Policía, antes de finalmente ser torturado. LA PRENSA/ JADER FLORES

Daños

Desde ese día el joven no volvió a clases. Perdió el año. “Nadie le garantiza la vida a mi hijo”, confía su mamá.

Esa noche del 21 de agosto pasado se reunió la familia completa: la mamá y sus tres hijos. Los tres lloraron abrazados. El joven de 14 años no había llorado en ningún momento hasta que estuvo a salvo en su casa.

Un familiar se acercó y aconsejó a Vidaldina Moncada que el caso tenía que denunciarlo.

“Mi hijo antes no tenía problemas para dormir y ahora se despierta a medianoche, nervioso”, revela la mujer.

El mismo muchacho cuenta que hace poco soñó con Daniel Ortega y Rosario Murillo. “Había una marcha (contra el gobierno) y la directora del colegio ordenó que los estudiantes no fuéramos. Pero los chavalos se rebelaron y fuimos a la marcha. De repente vi que venía un carro de fuego y ahí venían Ortega y ella (Rosario Murillo) y le comenzaron a cortar los dedos a todos los chavalos. A mí también, pero me desperté”, confiesa el adolescente.

Tras una denuncia del caso en el Ministerio Público, se ordenó que el joven sea remitido al Instituto de Medicina Legal, pero la mamá ya le ha hecho exámenes de sangre a su hijo. “Sale limpio”, dice con alivio. Y también le está pagando un tratamiento para que le quiten las siglas FSLN del brazo. “Es una deshonra andar esas letras”, lamenta el joven.

Lesther Alemán y las marchas

Vidaldina Moncada y su hijo de 14 años sí conocen a Lesther Alemán, el joven de la Alianza Cívica que enfrentó a Daniel Ortega en la Mesa del Diálogo. Lo conocieron en una iglesia evangélica, adonde Alemán llegó a un encuentro de jóvenes. “Predica bien bonito”, dice Moncada.

A las protestas cívicas que desde abril pasado tienen tambaleando al gobierno de Daniel Ortega, el hijo de Vidaldina Moncada expresa que solo ha ido una vez.

“A nosotros sí nos gustaría ir (a las marchas) porque no podemos permitir que se violenten los derechos del pueblo”, expresa Moncada.

Las cicatrices ya le están sanando al adolescente que fue marcado en el brazo con las siglas del FSLN. Está bajo tratamiento para borrar las señas. LA PRENSA/ JADER FLORES

Cuatro veces detenido

Además de la vez que fue torturado, el joven de 14 años había sido detenido en otras cuatro ocasiones en menos de un mes. La primera vez fue por el Colegio Salvador Mendieta, donde le revisaron la mochila y le pidieron que dejara de usar una gorra azul y blanco, con las letras NBA —que en su cumpleaños le había regalado la mamá—.

En otra ocasión lo pusieron contra la pared, siempre cerca del colegio, pero una señora lo defendió y lo dejaron ir. También lo detuvieron cerca del parque de su casa y otra vez en una cancha, donde le propinaron dos puntapiés.

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