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jóvenes, Nicaragua

Virtual estado de sitio

En los tiempos actuales la dictadura no necesita decretar estados de sitio ni ley marcial para apresar a las personas

Querida Nicaragua: En los tiempos del dictador don Anastasio Somoza García, quien no estuvo ni veinte años en el poder, se vivían también momentos difíciles. Los opositores al régimen somociano eran apresados a medianoche y muchos de ellos sacados en pijama y puestos en la frontera tica. Para hacer esto con cierta “legalidad”, el astuto de Somoza García imponía la ley marcial, y para imponer la ley marcial cuando la oposición intentaba hacer cualquier movimiento, Somoza se le adelantaba. Una de las tretas somocianas que recuerdo fue la siguiente: apareció en el diario Novedades, propiedad suya, un gran titular que informaba de un desembarco de armas en las costas de Masachapa. La información traía las fotos de las armas incautadas en varias pequeñas embarcaciones y los soldados de la Guardia Nacional realizando el operativo y la búsqueda de los “revoltosos”.

Pero no había tal desembarque, todo era un montaje para decretar el estado de sitio y poder apresar a los opositores de aquel tiempo que eran el general Emiliano Chamorro, Manolo Cuadra, Pedro Joaquín Chamorro y otros connotados opositores. Así, con ley marcial y estado de sitio Somoza García allanaba los hogares a medianoche y ponía presos a sus enemigos políticos, algunos eran confinados y otros exiliados.

En los tiempos actuales la dictadura no necesita decretar estados de sitio ni ley marcial para apresar a las personas. De día o de noche los paramilitares en las tenebrosas Hilux detienen a cualquiera, le piden sus papeles del vehículo, le inventan cualquier cargo y en muchos casos van a prisión. No hay decretado ningún estado de sitio pero pretenden sembrar el terror no solo con los estudiantes y los jóvenes que levantaron barricadas para hacer los tranques, sino que con cualquier ciudadano respetable. Contra médicos que cometieron el “delito” de atender y curar a los heridos que llegaban a los hospitales, contra los sacerdotes que han tratado de mediar para evitar violencia y muerte y han sido maltratados e irrespetados por las diabólicas turbas paramilitares.

Según los informes de las comisiones de derechos humanos ya casi llegamos al medio millar de muertos, fuera de los presos políticos, los desaparecidos y las denuncias de torturas. Inclusive la OEA y la ONU han comprobado las barbaries que aquí están ocurriendo. Y nos preguntamos, ¿hasta cuándo viviremos esta angustia? ¿Cuántos muertos más se necesitan para que podamos calmar el afán obsesivo de persecución por parte del gobierno orteguista. Si no se quiere dialogar seriamente con la colaboración de la Conferencia Episcopal, si no se quiere negociar como personas civilizadas, ¿hacia dónde vamos? Que alguien conteste estas preguntas.

El autor es director general de Radio Corporación.

Columna del día estado de sitio mundo virtual archivo

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