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Actualmente 18 adolescentes son albergadas en la casa hogar. LA PRENSA/M. Rodríguez

Monjas impulsan educación en adolescentes de comunidades en San José de los Remates en Boaco

18 jóvenes reciben formación en valores, catequesis, bordado, computación y costura, estas dos últimas avalados por el Inatec

Las oportunidades de preparación académica para Margini Castillo, de 16 años, en su comunidad hubiesen sido escasas, puesto que en su comunidad, la secundaria es solamente sabatina y la primaria multigrado. Castillo este año logró llegar a las nacionales como mejor bachiller, este logro se lo debe a la formación que le brindó la Casa Hogar Inmaculada Niña, cuyo objetivo preparar a las adolescentes de las comunidades más lejanas de San José de los Remates en Boaco.

Junto a Castillo, este año son albergadas otras 17 adolescentes de las comarcas más alejadas del municipio. “Se va eligiendo a las personas que realmente creemos nosotros que lo necesitan más económicamente y por la lejanía (de su zona)”, explicó María Ángela Maldonado, una de las hermanas religiosas encargadas del programa.

Maldonado detalló que las adolescentes son apadrinadas por un ciudadano español, quienes se encargan de la manutención de las estudiantes que viven toda la semana en la casa hogar, para asistir al instituto de la localidad.

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“Estudian en el instituto, pero aquí viven, comen, duermen y reciben formación en valores, catequesis, bordado, computación y costura, estas dos últimas avalados por el Inatec”, agregó la monja.

Para Castillo, el lograr entrar a la casa hogar es una gran oportunidad para poder estudiar, puesto que en su comunidad la secundaria es solamente sabatina y la primaria multigrado.

“Hace cinco años que estudio aquí, es muy lindo compartir con las chicas y las madres (religiosas), yo creo que no hubiese tenido muchas oportunidades de estudiar si no hubiese entrado aquí, porque es una gran oportunidad”, refirió la adolescente oriunda de la comunidad El Bejuco.

Crecimiento para todos

Para Maribel Rojas, también encargada del programa y perteneciente a la congregación Esclavas de la Inmaculada Niña, la estancia en la casa hogar no permite el crecimiento solo a las adolescentes sino a sus familias.

“Esta es una buena oportunidad que se les está dando, ellas están aprovechando al máximo a estudiar, para luego sacar adelante a sus familias, ese es uno de los objetivos de la casa hogar, que después puedan ayudar a su familia, hay mamás de algunas que no saben leer ni escribir y las mismas niñas les enseñan a hacerlo”, argumentó.

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Rojas señaló que al terminar la secundaria, estas adolescentes siguen becadas para estudiar en la universidad.

En las tardes, las monjas también enseñan costuras a las adolescentes. LA PRENSA/Melvin. Rodríguez

“También tenemos otra casa en Granada y si hay lugar ahí se pasan para allá, hay otras que no quieren ir hasta allá, pero siguen becadas para estudiar los fines de semana donde encuentren su carrera”, añadió.

¿Cómo empezó la obra?

Según Maldonado, luego del huracán Mitch, a este municipio llegó cooperación para la reconstrucción de muchas viviendas. Una vez acabada esa obra, los donantes se percataron que había muchas niñas en las comunidades con capacidad de estudiar, pero con limitaciones económicas o de distancia con los centros escolares.

“Un señor español llamado Antonio Plata pensó en hacer esta casa hogar y se las entregó a las hermanas para que atendieran a todas estas niñas, tiene capacidad para unas 20 niñas. Cada niña cuenta con un padrino en España, que no son ricos sino alguien que quiere colaborar y pasar por la vida haciendo el bien”, refirió.

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Más adelante surgió la Fundación Francisco Navarrete en España, con el fin de ayudar a la manutención de los gastos generales de la casa hogar donde se albergan las adolescentes.

Maldonado señaló que los padres de familia no aportan dinero a la casa, pero sí cooperan con algo de lo que producen en sus respectivas zonas, “porque lo importante es que aprendan a compartir”, concluyó.

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