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Ortega, Silvio Baéz

¿Dónde estamos?

Y préstese atención a que hablo de la crisis de Ortega, porque antes del 18 de abril el país estaba en crisis, aunque no lo aparentaba, pero no había crisis del régimen de Ortega.

Este martes se cumplen cinco meses del inicio de la crisis de Ortega, y corresponde, entonces, que nos preguntemos dónde estamos en términos de esa crisis, para así otear el futuro. Y préstese atención a que hablo de la crisis de Ortega, porque antes del 18 de abril el país estaba en crisis, aunque no lo aparentaba, pero no había crisis del régimen de Ortega.

La corrupción desenfrenada se conocía, pero se toleraba con resignación; los CPC o Gabinetes de Familia, o como quiera que se les llame, aterrorizaban a los barrios y comunidades rurales con arbitrariedades y abusos, pero se aceptaban en silencio; la mafia de la Unión Nacional de Estudiantes (UNEN) era dueña y señora de las universidades; la insolencia de los secretarios políticos se rumiaba puertas adentro; la democracia, que penosamente habíamos venido construyendo había sido revertida, pero se aguantaba, como si las libertades no importaran a los nicaragüenses. Hasta que un día, todos esos abusos acumulados, estallaron y se inició la crisis de Ortega y su forma de gobierno.

En el momento más visible de esa crisis del régimen, cuando se derribaban árboles de metal y rótulos, el clamor de la calle era, y sigue siendo “¡Que se vaya Ortega!”, pero lo cierto es que en ese momento la Conferencia Episcopal y la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, lo que plantearon fue una solución pacífica, democrática y constitucional, del insoportable régimen de Ortega.

La solución ya no será pacífica, pues Ortega ha ensangrentado al país con la represión y el terror, pero cabe preguntarnos: ¿Ya pasó el momento culminante de la crisis del régimen? No, definitivamente no. El momento culminante de la crisis del régimen se mantiene, pero ha cambiado de naturaleza. Para entender mejor lo anterior, cabe preguntarnos sobre las bases de la estabilidad de Ortega, antes que estallara la crisis.

La complacencia internacional con su régimen, ¿se mantiene o ha cambiado?

La política de diálogo y consenso con el sector privado, ¿se mantiene o ha cambiado?

El financiamiento de los organismos financieros multilaterales, ¿se mantiene o ha cambiado?

La máscara de fingimiento de religiosidad del régimen, ¿se ha caído o no?

Las desapercibidas violaciones a los derechos humanos y las libertades democráticas, incluyendo la libertad de expresión, ¿siguen siendo desapercibidas?

¿Podrá Ortega recuperar las bases de su estabilidad o la crisis del régimen tiende a profundizarse?

Todos los actores que tienen incidencia en el futuro de Nicaragua, y cuando digo todos, son todos, incluyendo los que respaldan a Ortega activa o pasivamente, saben que Ortega no podrá jamás recuperar las bases de su estabilidad, y que entre más pronto termine su crisis, más pronto empezará la recuperación de Nicaragua.

El autor fue candidato presidencial.

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