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Daniel Ortega y Rosario Murillo durante un acto partidario ante sus seguidores y trabajadores públicos obligados a participar. LA PRENSA/ EFE

Daniel Ortega y Rosario Murillo durante un acto partidario ante sus seguidores y trabajadores públicos obligados a participar. LA PRENSA/ EFE

Las dos caras de Daniel Ortega sobre el adelanto de las elecciones

Mientras la población sigue en las calles exigiendo su renuncia, Ortega se niega a esa posibilidad pacífica, la de adelanto de elecciones, aduciendo que “no tienen sentido” porque “sería un precedente grave” y causaría mayor inestabilidad.

Este 18 de septiembre Nicaragua cumple cinco meses de crisis sociopolítica, frente a la cual el presidente designado Daniel Ortega no da muestras de querer resolver a través del camino más pacífico que le han ofrecido los nicaragüenses: adelantar elecciones para reemplazarlo y retornar a Nicaragua a la democracia mediante profundas reformas institucionales, incluyendo electorales.

Mientras la población sigue en las calles exigiendo su renuncia, Ortega se niega a esa posibilidad pacífica, la de adelanto de elecciones, aduciendo que “no tienen sentido” porque “sería un precedente grave” y causaría mayor inestabilidad.

Sin embargo, Ortega no pensaba lo mismo en 2003, cuando desde la oposición abogó por el adelanto de las elecciones y acortar el período del entonces presidente Enrique Bolaños, como opción a la crisis político-institucional provocada por el caudillo sandinista y su aliado del Partido Liberal Constitucionalista (PLC), el expresidente Arnoldo Alemán.

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“Si tenemos esa voluntad todos de hacer una transformación profunda en el país, nosotros estamos dispuestos a renunciar ya, todos los diputados y alcaldes sandinistas ponen a disposición los cargos, y que renuncien todos los poderes del Estado y se convoca a una elección dentro de tres meses. Allí vamos a decidir el Estado que quieren los nicaragüenses”, fue la propuesta de Ortega en junio de 2003.

Alemán estaba preso acusado por lavado de dinero y otros delitos cometidos en su administración (enero 1997-enero 2002). Lo había sentenciado la juez sandinista Juana Méndez, hoy magistrada en la Corte Suprema de Justicia. En represalia, el PLC desde la Asamblea Nacional amenazaba con destituir al presidente Bolaños (2002-enero 2007) para que enfrentara las acusaciones de corrupción.

Voluntad del presidente

“Si el presidente está de acuerdo en que para buscar ya como definir esta situación, a través del voto popular y no de la confrontación, adelantamos las elecciones y que ese resultado electoral nos permita a la vez con una mayoría de diputados, hacer las reformas que sean necesarias en el poder electoral, en el poder judicial”, insistía Ortega en noviembre de 2003 en un entrevista televisada.

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Los analistas políticos Eliseo Núñez y Óscar René Vargas afirman que la crisis institucional que enfrentó el gobierno de Bolaños no es comparable con la que en 2018 encara Ortega, pues hoy a quien desafía el presidente es la ciudadanía que le exige su renuncia por la masacre de al menos 481 muertos, miles de heridos y cientos de presos políticos.

Núñez acusa a Ortega de “tener dos caras” porque cuando él ansiaba el gobierno no le importó sumergir al país en una profunda crisis, que incluyó que el FSLN y el PLC aprobaran reformas constitucionales en 2004 para quitarle facultades al presidente. “Ahora, que es Ortega a quien se le exige el adelanto de las elecciones, el discurso se cambia. Los intereses y la institucionalidad es respetada solo si es útil para el único fin que tienen, que es mantenerse en el poder”, afirmó.

Óscar René Vargas, sociólogo y perseguido político por el régimen, dijo que Ortega no acepta el adelanto de las elecciones porque “es el único punto que tiene que ofrecer en la negociación” con Estados Unidos para evitar las sanciones políticas y económicas contra su gobierno, allegados y su familia.

El chantaje

La OEA y la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) han propuesto el adelanto de las elecciones nacionales para 2019. El calendario de la OEA es de marzo o agosto, y la CEN para marzo próximo. Ambos escenarios apuntan a unir los comicios nacionales, regionales y municipales pero previamente realizar reformas a la Constitución, del sistema electoral y judicial.

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Óscar René Vargas, analista, dice que Ortega “chantajea diciendo que sin su autoridad se crea un vacío de poder”, pero en realidad sabe “que lleva las de perder”. “Sabe, también, que EE. UU. no quiere más conflicto en Centroamérica por la inestabilidad en el Triángulo del Norte” y por ello “se inclinan a negociar una salida ‘al suave’ en Nicaragua”, pero que no significa que él pueda imponer sus condiciones”, añadió.

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