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jóvenes, Nicaragua

Anormalidad

En realidad el país no puede volver a la normalidad cuando está llorando a más de cuatrocientos muertos desde el 18 de abril pasado

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: Según las declaraciones constantes del orteguismo el país está volviendo a la normalidad. Eso es lo que el Gobierno repite frecuentemente y que no engaña a nadie porque la realidad de nuestra patria está a la vista.

El pasado domingo hice un viaje a Masatepe para visitar a familiares, escogí la ruta más corta que es la Carretera a Masaya pasando luego por Catarina. Durante el trayecto encontramos seis o siete miniplantones orteguistas con sus respectivas banderas rojinegras. Supuse que eran algunos empleados públicos obligados por las circunstancias a recibir a pleno mediodía el inclemente sol “espeso y duro” del que habla nuestro Salomón de la Selva cuando canta a su León de Nicaragua. Eran plantones pequeños y realmente inofensivos. Lo ofensivo era realmente la desfachatez de la llamada Policía Nacional que con dos camionetas participaba en los plantones como si les fuese permitido participar en política partidaria.

Por otra parte encontrar tantos plantones y gentes armadas de la Policía no es normal en ningún país democrático y libre. Eso es totalmente anormal y demuestra que no es verdad que nuestro país esté volviendo a la normalidad.

En realidad el país no puede volver a la normalidad cuando está llorando a más de cuatrocientos muertos desde el 18 de abril pasado, cuando tiene igual número de madres enlutadas y otras tantas madres acongojadas y sufrientes en espera de saber dónde están sus hijos que fueron apresados sin más causa que reclamar derechos y libertades propias de todo ser humano. No puede haber normalidad cuando las huestes orteguistas persiguen día y noche a los ciudadanos y capturan sin orden judicial a jóvenes, adolescentes y hasta niños; cuando allanan hogares a cualquier hora del día o de la noche en busca de un estudiante que tuvo la osadía de participar en los tranques, lo esposan y lo sacan a empujones ante los gritos y la angustia de su madre y demás familiares.

Qué normalidad puede tener un país donde un grupo de vándalos vapulean salvajemente a un sacerdote y cuando los paramilitares han sido capaces de ametrallar templos como la Divina Misericordia donde asesinaron a dos estudiantes que se habían refugiado en el templo.

Habrá una relativa normalidad cuando Ortega deje de satanizar el diálogo llamándolo golpe de Estado, cuando deje de apresar a medio mundo acusándolo de golpistas y terroristas, cuando en realidad el único terrorista que hay aquí es el gobierno de don Daniel.

Es necesario no tergiversar los nombres de las actitudes; terroristas son los que siembran el terror matando, apresando y torturando, y esos no son los muchachos estudiantes ni es el pueblo que quiere elecciones libres cuanto antes.

El autor es director general de Radio Corporación.

Columna del día Anormalidad Crisis en Nicaragua archivo

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