La “procesión” falsa de la réplica de San Jerónimo en Masaya, se realizó acompañada por policías orteguistas, trabajadores de la alcaldía local y empleados de otros entes del Estado, que fueron trasladados en buses desde sus comunidades a Masaya, mientras la mayoría del pueblo les cerraba sus puertas.
La montaña inmensa, conocida como peaña, donde suben a San Jerónimo una vez que es bajado de su trono en la Iglesia que lleva su mismo nombre, no salió a las calles este 20 de septiembre. El venerado Tata Chombo se mantuvo en su parroquia con las puertas cerradas.
La “procesión” orteguista que intentó demostrar que todo está “normal” en Masaya no consiguió la atención del pueblo, que se dedicó a sus quehaceres habituales.
Al no haber bajada, la réplica del Santo se limitó a partir de un improvisado altar, bajo un toldo viejo, recorrió durante tres horas algunas calles de Masaya, bajo la custodia de la Policía orteguista, incluido el comisionado general, Ramón Avellán y el edil Orlando Noguera, ambos señalados por la población de ser cómplices de la represión gubernamental que asesinó a 36 personas.
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En esta farsa no solo faltó el San Jerónimo de la Iglesia Católica, tampoco se vivió el ambiente de devoción y fe, no hubo creyentes que llegaran a pagar sus promesas por los favores recibidos, y los integrantes de la Cofradía; esos hombres cuyas jorobas prueban su amor por San Jerónimo, no se les vio por ningún lado en solidaridad con Marcelo Mayorga, uno de los cargadores víctima de la represión orteguista.
Uno de los momentos más oscuros de la “procesión” fue cuando los peañeros tradicionales bailaron al falso San Jerónimo enfrente de la estación policial, institución desde donde policías y paramilitares dispararon contra la población desarmada del pueblo de Masaya que, una vez más, le dio la espalda al régimen.
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Contra toda tradición en Masaya
La “procesión” orteguista de San Jerónimo no fue ni la sombra de la verdadera celebración de Tata Chombo, donde el son de la marimba compite con los escandalosos chicheros para rendirle tributo al señor de la barba blanca.
Este jueves, todos los lugares céntricos en Masaya lucían desolados, mientras los otros templos religiosos se encontraban con sus puertas cerradas.
Las fiestas patronales impuestas por el Orteguismo contrarían la decisión de la Iglesia católica-de vivirlas en oración y recogimiento- y de la misma feligresía que apoya a sus pastores y está consciente de la represión que sufrió la ciudad de Masaya, donde al menos 36 personas murieron desde el 19 de abril, y varias más resultaron heridas.
Este año nada fue igual: no hubo pedida de licencia, tampoco palo lucio ni pólvora y el mayordomo de San Jerónimo 2018 fue el párroco José Antonio Espinoza y no el alcalde orteguista, Orlando Noguera, quien fue mayordomo en 2017.
El 30 de septiembre, Día de San Jerónimo, tampoco habrá procesión, ni Octava, pero el orteguismo se empeña en seguir alimentando su farsa, y asegura que volverá a sacar la misma réplica para hacer estas dos procesiones, pese a la ausencia de feligreses.