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jóvenes, Nicaragua

Patente de corso

Cada vez hemos tropezado con la misma piedra de dictadores empedernidos, mas ninguno como este de ahora que no parece tener corazón ni sentimientos

CARTAS DE AMOR A NICARAGUA

Querida Nicaragua: En los tiempos antiguos, en el medioevo y siglos sucesivos se usaba mucho la concesión de patentes de corso para asaltar naves o para realizar actos reñidos con las leyes. Muchas naciones, inclusive Francia e Inglaterra en siglos posteriores siguieron usando la patente de corso hasta que se prohibió este tipo de abuso entre naciones e individuos. Lamentablemente aquí en pleno siglo XXI los paramilitares y las turbas orteguistas tienen patente de corso para matar a cualquiera. Basta que vean una reunión de ciudadanos opositores en cualquier calle de cualquier ciudad y parecen tener patente de corso porque disparan a la multitud y matan a cualquiera sabiendo que por ese acto criminal no recibirán ningún castigo. Es lamentable que Nicaragua se encuentre hoy entre los países más incivilizados del mundo y que lleve ya casi medio millar de asesinatos perpetrados por las fuerzas de choque del orteguismo y por oficiales y soldados de la llamada Policía Nacional.

Parece ser que el orteguismo tiene un miedo cerval a que el pueblo reclame cívicamente por las calles su derecho a movilizarse, a exigir la libertad de sus muchachos que guardan prisión injustamente acusados de terroristas y golpistas.

Cuando en el 2007, y gracias a la lamentable división de los candidatos liberales Ortega ganó el poder con apenas el 38 por ciento de los votos, la gente buena le dio el beneficio de la duda, pues todos recordábamos los tiempos aquellos en los cuales Nicaragua padeció angustia y sufrimiento por la persecución que se hacía de muchachos adolescentes para llevarlos por la fuerza al llamado Servicio Militar Patriótico, que no era otra cosa que el Servicio Militar forzozo. Aquellos años de escasez y angustia, de hambre y sufrimiento eran recordados con temor, pero con todo, se le dio a Ortega el beneficio de la duda ya que él mismo en sus discursos había prometido un gobierno democrático para todos. Una vez más nos equivocamos como nos hemos equivocado a lo largo de nuestra historia.

Cada vez hemos tropezado con la misma piedra de dictadores empedernidos, mas ninguno como este de ahora que no parece tener corazón ni sentimientos, parece que tiene el pecho de lata donde no entran sentimientos de bondad, no escucha lo que habla su esposa doña Rosario que pregona diariamente amor y paz todos los días en los medios oficialistas.

Me pregunta alguien, ¿qué salida tenemos para el futuro inmediato? Más discursos ofensivos, más palabras mentirosas y más muertes en las calles porque nuestro pueblo no se doblegará jamás, seguirá reclamando su derecho de marchar pacíficamente.

Nuestro pueblo, como dijo Rubén, está hecho de vigor y de gloria, no le quitarán su libertad.

El autor es director general de Radio Corporación.

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