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Dictadura y sanciones internacionales

Este miércoles es un día muy importante para Nicaragua, porque la crisis del país y la sangrienta represión que sufre la población son objeto de atención en dos grandes escenarios internacionales.

En primer lugar, la situación de Nicaragua es un punto de particular interés en la Asamblea General de las Naciones Unidas, por las horrorosas violaciones a los derechos humanos que está cometiendo la dictadura de Daniel Ortega, incluyendo crímenes de lesa humanidad penados por la ley internacional. Seguramente por eso Ortega no se atrevió a dar la cara en este escenario mundial, a pesar de que el 11 de septiembre había dicho a la televisora francesa France 24, que quería ir a la Asamblea General de la ONU para hablar con el presidente Trump no solo en nombre de Nicaragua sino que de toda la América Latina.

Todos los gobiernos de los Estados cuyas políticas internas se fundamentan en los principios y valores de la libertad, la democracia y el respeto a los derechos humanos, condenan las atrocidades de la dictadura orteguista y son solidarios con el pueblo nicaragüense, abogando por una solución pacífica y democrática de la crisis. Solo los regímenes dictatoriales o autoritarios, como por ejemplo los de Venezuela, Cuba y Rusia, apoyan a la dictadura de Ortega y justifican la brutal represión que lleva a cabo para mantenerse en el poder.

El otro escenario exterior en el que Nicaragua figura hoy en primer plano, es Estados Unidos (EE.UU.), donde el Senado tramita leyes para sancionar a la dictadura de Daniel Ortega. Esto es con el propósito de que ponga fin a la represión contra la oposición y los disidentes; y para que acepte negociar una solución democrática de la crisis en el marco del Diálogo Nacional mediado y testificado por los obispos, que está suspendido hasta ahora por la intransigencia del régimen orteguista.

Las sanciones internacionales son medidas extremas que se aplican cuando las gestiones diplomáticas y la persuasión política no surten el efecto deseado, debido a la intransigencia de los dictadores que se escudan en el principio de no injerencia en los asuntos internos de los países para cometer impunemente sus fechorías. Pero aunque el objetivo de las sanciones sea castigar a las dictaduras, por lo general sus efectos colaterales afectan a la población. Eso es lo que sucede particularmente con las suspensiones de créditos para programas de interés social, lo mismo que de inversiones de capital privado.

Además, las sanciones externas no siempre son eficaces. Algunas dictaduras son muy resistentes a las presiones externas y se mantienen en el poder a pesar de la severidad de las sanciones internacionales que se les imponen.

Según los expertos internacionalistas, el régimen orteguista es más vulnerable que la dictadura chavista de Venezuela, la cual cuenta con la riqueza petrolera. Pero en todo caso, lo que realmente puede sacar a una dictadura del poder, o forzarla a negociar una transición a la democracia, es la fuerza de los factores internos. La presión que llega del exterior es únicamente complementaria.

Editorial Daniel Ortega Nicaragua Sancciones archivo
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