Aunque los paramilitares que ejecutaron la “operación limpieza” en varias ciudades del país ya no se muestran con sus armas, enfundados en pasamontañas, y apostados a las entradas de las ciudades que tomaron, siguen ejerciendo la represión orientada por el régimen.
Para el experto en seguridad Roberto Cajina, después que los paramilitares desmontaron los tranques, que la ciudadanía autoconvocada había dispuesto para protegerse de la violencia de la dictadura Ortega-Murillo, ahora, junto con la Policía trabajan en la identificación de las personas que apoyaron los tranques y participaron en las marchas azul y blanco.
Los nombres específicos y las direcciones son proporcionados por los Consejos del Poder Ciudadano, espías del orteguismo en los barrios.
Los paramilitares y los oficiales de la Policía Orteguista se encargan de capturar y criminalizar a dichas personas. Para este trabajo, según Cajina, se necesita menos personal que las anteriores etapas de la represión, en la que los grupos armados se lucían con su armamento pesado sobre camionetas Hilux.
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Según el análisis de Cajina y la experta en temas de seguridad Elvira Cuadra, los paramilitares tampoco operan como antes porque el funcionamiento de estos grupos es costoso y el Gobierno no cuenta con suficientes recursos económicos para mantenerlos activos a todos en las ciudades ocupadas.
Cajina considera que la ausencia de la cooperación venezolana también golpea la liquidez económica del régimen.
Sin embargo, de ser necesario, cree que estos grupos podrían volver, pero el agotamiento de los recursos podría ser un obstáculo para que se desarrollaran de la misma manera que en los meses pasados.
Son las pruebas de la represión
Cuando los periodistas que han entrevistado al dictador Daniel Ortega preguntan por los grupos paramilitares, sus respuestas han sido tan variadas; desde que son grupos financiados por la oposición hasta asegurar que son policías voluntarios. Lo que nunca ha querido aceptar es que son grupos irregulares armados que hicieron correr sangre y dejaron dolor en cada lugar donde llegaron, bajo la excusa de “liberar” ciudades.
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Para la experta en temas de seguridad Elvira Cuadra, los paramilitares ya no están visibles porque ante los organismos internacionales de derechos humanos son una evidencia clara de la represión y de violación a la ley y la Constitución, además de que el país no está normal. Pero siempre los mantienen movilizados, pues “no logra (el régimen) contener las expresiones de descontento de la población, especialmente, las marchas”.