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Vamos ganando

Esta frase pertenece al comentarista Jaime Arellano, posiblemente el opinólogo político más influyente. A pesar que la oposición al régimen está sufriendo la represión más feroz de que se tenga memoria, vamos ganando.

El intento por sofocar las demostraciones populares ha pasado por varias etapas y ninguna ha logrado su cometido.

La operación plomo, las caravanas de la muerte, la criminalización de las protestas al calificarlas de actos de terrorismo, la persecución y arrestos selectivos y más recientemente, la ridícula guerra desatada contra las chimbombas o globos. Ver saltar a la policía, a los paramilitares y miembros del partido de gobierno sobre las inofensivas chimbombas, han hecho sonreír al mundo entero y son la expresión innegable de que no solo es un gobierno que ha perdido su legitimidad por completo, sino que también el buen juicio.

La pregunta que todos debemos hacernos ahora es qué hacer para alcanzar el triunfo que nos permita iniciar el retorno a la democracia que ya cuesta miles de vidas, recordemos que venimos luchando por ella desde el siglo pasado. Independientemente del apoyo internacional que estamos recibiendo, que tiene abrumado al régimen, la oposición está en la obligación de hacer acopio de todas y cada una de las expresiones que adversan al gobierno. Ser incluyentes es la fórmula mágica que logrará acercarnos al sueño de vivir en paz y libertad, con gobernantes que administren la cosa pública con honestidad.

Sabemos que lo que resta del camino será harto difícil y debemos escoger entre ser una oposición gelatina (blandengue) queriendo lograr los cambios necesarios, sin violentar las leyes y decretos promulgados con el único objetivo de perpetuar en el poder al actual régimen. O asumimos apoyamos a esos estudiantes, profesionales, campesinos, obreros y pueblo en general que hoy sufren persecución por expresarse públicamente.

En cuanto al gobierno —y cuando digo gobierno hablo de todos los poderes del Estado, la policía y el ejército—, este debe estar claro que el mundo lo está señalando, repudiando y preparándose para hacerles sentir que en pleno siglo XXI no caben caudillos, ni dictadores, mucho menos iluminados con calenturientos sueños de grandeza que en un afán de perpetuarse en el poder, violan los derechos humanos y políticos de su pueblo.

Para finalizar quiero recordarles a los del gobierno, que la madre de todas las revoluciones a través de la historia, ha sido el hambre y lo que no logre hoy la oposición con sus acciones, lo logrará muy pronto el descalabro de la economía. Los casi cuatrocientos mil empleos formales perdidos, los miles de millones de córdobas que han emigrado a países más seguros, la falta de inversión extranjera, el cierre de empresas y la asfixia a que están sometidos los empresarios nacionales, se convertirán en el detonante que haga explotar el actual sistema, a como la han hecho a través de la historia. Mientras ese momento llega, como dice Jaime Arellano, vamos ganando.

El autor es analista político.

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