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Los límites políticos de Ortega

La política de Ortega no tiene límites. La política escasamente es considerada una ciencia social puesto que en la práctica general pareciera mercadeo, un negocio de ofertas y demandas, desde las mismas elecciones, más que proyectos de políticas públicas sociales.

Político es sinónimo de sagacidad, astucia, como también de tergiversar valores, traicionar o pactar con el enemigo; de todo, con la habilidad de derrotar a su opositor develando o aprovechando sus debilidades en beneficio propio y, proporcionalmente, con poco beneficio de virtudes, valores y crecimiento país, obtener el poder.

La ideología es un ropaje que esconde el verdadero sentir pudiendo mutar sobre un cuerpo simple de pensamientos convenientes. Este andamiaje político necesita soportes para su andar; por eso materializa sus “brazos políticos” en un sinfín de medios, disfraces y objetivos como ser demócrata, humanista, religioso, pacifista, socialista, mano dura, ecologista, empresario, conservador, liberal, dialogante y cuanto se le antoje.

La teoría política de la salamandra. La salamandra es un anfibio y único vertebrado capaz de regenerar extremidades amputadas en cuestión de semanas; ergo, quien aplica la política de la salamandra, está consciente que sus brazos políticos pueden ser cercenados a voluntad para retroceder o atacar oportunamente y ser regenerados posteriormente. Nunca cede ventajas y mantiene ante el opositor, una superioridad nominal o relativa.

En su esencia, esta política conlleva además del concepto de moneda de cambio, la posibilidad de retroceder y reducirse hasta la más simple expresión política de conveniencia para subsistir. Ante una contingencia, retrocederá sobre la misma tierra, sabiendo que el agua será igualmente un refugio para reproducirse y volver a surgir. Así, será viable aplicar el concepto de tierra arrasada, renunciando a lo establecido por economía, religiosidad, estructura social, idiosincrasia, conceptuando que si le quedan solo dos frijoles para sobrevivir, debe lograr que al opositor solo le quede uno.

La manera cívica de contrarrestar la política de la salamandra es la organización y el diálogo. Las fuerzas opositoras nicaragüenses han crecido en madurez social y política; de ellas, es hijo el diálogo y no al revés.

Las sociedades se construyen sobre acuerdos y letras, las dictaduras sobre ciegas acciones, ergo, no es posible una natural contienda. Para los primeros no hay alterna solución a las letras, pues abrazar a los segundos es abrazar su sangre y esto, más que difícil, es imposible. Para los segundos, se requiere de un pensamiento altruista que ceda espacios, también muy difícil, diría imposible, prefiriéndose anquilosarse.

Para evolucionar, hay que desvestirse y revestirse de mucho altruismo y convicción.

El autor es ingeniero civil.

Opinión Daniel Ortega Nicaragua política archivo
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