José Adán Cárdenas Dávila y Juan Pablo Soza Úbeda fueron condenados a 105 años de prisión por el asesinato de dos personas y ocasionar heridas de gravedad a otras tres. Presuntamente ambos cometieron los delitos por un encargo de Pracedes Vladimir Valverde Martínez, quien continúa prófugo y les pagaría 60 mil córdobas por matar a toda la familia.
El titular del Juzgado Segundo de Distrito Penal de Juicios en Matagalpa, Bernardo Morales Mairena, dictó la sentencia sin embargo, por disposición constitucional, Cárdenas y Soza únicamente cumplirán 30 años de prisión, que es la pena máxima en Nicaragua.
El juez impuso 30 años de prisión a cada acusado por cada una de las víctimas y 15 años de prisión por cada uno de los heridos.
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Cárdenas y Soza habían sido declarados culpables de asesinato agravado en perjuicio de la productora Reyna Gioconda Molina Zamora y del mandador de la propiedad, Douglas Antonio Altamirano González; así como asesinato agravado en grado de frustración contra los hermanos María Marcela y Marco Aurelio Marenco Molina y la esposa de este, Zuleika Vanessa Otero Marín.
“Tenemos la satisfacción de que judicialmente se declaró culpables a los autores materiales”, declaró Marvin Marenco Molina, hijo de la productora asesinada, indicando que “solo falta la captura del (autor) intelectual”.
El crimen ocurrió el pasado 4 de marzo en la finca Santa Gertrudis, ubicada en la comunidad San Nicolás, al suroeste de la ciudad de Matagalpa. Según la acusación, Cárdenas y Soza habrían actuado por presunto encargo de Pracedes Vladimir Valverde Martínez –acusado en la misma causa como presunto autor intelectual de los hechos–, exmarido de una hija de Molina Zamora.
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Valverde, quien tiene orden de captura, fue pareja de Reyna Karla Marenco Molina, quien lo acusó por violencia física y sicológica, delitos por los que el hombre fue condenado a siete años y ocho meses de prisión; aunque fue sobreseído después en un proceso de apelación.
Al salir de la cárcel, según la acusación, Valverde habría contratado a Cárdenas y Soza –a quienes conoció en una celda policial– para matar a su exsuegra y a quienes estuvieran en la casa “para no tener testigos”.
La noche del crimen, Cárdenas y Soza llegaron a Santa Gertrudis simulando ser policías que investigaban un caso de abigeato. El primero vestía como policía y andaba pistola, mientras que el segundo andaba un machete, armas con las que atacaron a las cinco personas que estaban en la casa de Molina Zamora.
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La productora murió en el lugar, en tanto sus hijos, nuera y el mandador Altamirano fueron llevados al hospital de Matagalpa.
Altamirano murió el 21 de marzo, después que estuvo sus últimos 11 días internado en la Unidad de Cuidados Intensivos del centro asistencial.