Desde el mes de septiembre, el régimen de Daniel Ortega inició los desalojos de sus mismos simpatizantes que se habían asentados en propiedades privadas. Esta acción forma parte de la estrategia de Ortega para hacerle creer a la opinión internacional que todo esta “normal”, valoró el sociólogo Cirilo Otero.
El retorno de las tierras ubicadas en puntos estratégicos de la ciudad capital envían un mensaje importante a la opinión pública internacional para que crea que hay orden, indicó el sociólogo.
Considera que dichas acciones son parte de una estrategia “tonta”, la misma que ha negado el uso de los paramilitares, los más de 500 muertos por la violencia estatal y otras violaciones. Otero considera que la comunidad internacional no le cree, y le ha dado la espalda.
El dictador mandó su Policía a desalojar a sus fieles simpatizantes, quienes se quejaron del trato que estaban recibiendo por el “comandante”, ya que ellos siempre le habían dado su apoyo mediante la asistencia a marchas oficialistas y en el levantamiento de los tranques.
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Mario Sánchez, investigador de la Universidad Centroamericana, explicó que con los desalojos, el “gobierno” trata de “limpiar la cara”, ya que las invasiones a la propiedad privada tuvo un impacto fuerte.
No obstante, ellos tratan de revertir, pero no dejan de castigar a las personas que consideran se han involucrado mucho más en la lucha cívica. Ese es el caso de varias tierras de productores que aún siguen tomadas en otros departamentos del país, como Chinandega.
Sánchez también expresó que el “gobierno” no esta midiendo los costos políticos de varias acciones que han cometido en medio de la crisis sociopolítica que vive el país, desde el mes de abril.
Varios de los tomatierras aseguraron que tuvieron que pagar por sus lotes bajo la promesa de “dirigentes” que les iban a legalizar las tierras.
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mil personas se habían asentado en el sector del Country Club, según estimaciones de los mismos precaristas. Ese fue el primer desalojo masivo que orquestó la Policía Orteguista.