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Daniel Ortega, reformas

Disparates, presos políticos y avanzar “para abajo”

Muchos hemos tenido al régimen de los Somoza como la medida de lo peor. Pero viene Ortega y lo supera con creces en muchos de sus más crueles indicadores

Presos políticos

En 27 diciembre de 1974 Somoza tenía 16 presos políticos en sus cárceles. “Policarpos”, les decían en la cárcel. Con el asalto a la casa de Chema Castillo se liberaron a 14, entre ellos Daniel Ortega. Dos se quedaron. Uno, Leopoldo Rivas, se quedó como castigo por una decisión del Frente Sandinista y otro, René Núñez, porque cayó preso el propio 27 y el comando no lo tenía en la lista. Puede que haya habido alguno más que no conozco, pero esos eran los que tenía el Frente Sandinista o al menos los que le importaban. Ahora, con Ortega, hay más de 200.

Círculo vicioso

Mi intención jamás será limpiar de sus crímenes a la dictadura somocista. Traigo estos datos a colación porque muchos hemos tenido al régimen de los Somoza como la medida de lo peor que nos podía pasar como sociedad. Pero viene Ortega y lo supera con creces en muchos de sus más crueles indicadores y uno se queda: ¿Qué demonios ocurrió aquí? La gran pregunta que debe contestar mi generación es: ¿Qué hicimos mal para que buscando como salir por arriba nos hayamos ido más abajo? Sin mea culpa no solo le estaríamos heredando a nuestros hijos esta dictadura sino también negándoles las lecciones de nuestros errores para que ellos no recorran otra vez el mismo camino que, ya vimos, es una vuelta en círculos.

Teatro de lo absurdo

Estamos viviendo el teatro de lo absurdo. Disparates que ni al más retorcido escritor de novelas negras se le pudieron haber ocurrido. Aquí se ha acusado de asesinato a alguien que estaba en coma en la cama de un hospital cuando ocurrió el hecho. Y si no fue procesado y condenado es porque se murió antes que lo pudieran llevar a los tribunales. También se acusó de robo en la casa de un comisionado de la policía a dos personas que estaban presas en el momento que ocurrió el supuesto hurto. Se secuestra, se persiguen chimbombas, se dictan condenas de más de 20 años por protestar, se ha negado el ingreso a los juicios a los abogados defensores y se ha echado preso a testigos que no atestiguan lo que ellos quieren. Todo lo que los contradice es delito. Esto podrá tener cualquier nombre, pero justicia no es.

Radio Darío

Hay más. Mucho más. Aquí un juez condenó a tres muchachos y la Fiscalía pide 28 años de cárcel para ellos por la quema parcial de Radio Ya durante una protesta callejera. Pero, en León un grupo de matones quemó por encargo a Radio Darío. Totalmente. Incluso dos de los hechores murieron quemados por su propio fuego, y no hay ni un solo detenido, ni siquiera proceso judicial iniciado, a pesar que los dueños han denunciado con nombres y apellidos quienes estaban a cargo de la quema.

Carta de negociación

Lo último que le interesa a Daniel Ortega es la justicia. Al contrario, la justicia es su peor enemiga ahora mismo. Lo que le interesa es meter miedo. Atemorizar. La venganza. Si el interés fuese hacer justicia las cárceles estarían llenas de paramilitares que mataron a sangre fría y de aquellos que les dieron y siguen dando la orden para que maten y secuestren. Y, al contrario, quienes ahora mismo llenan las cárceles estoy seguro que estarían pancartas en mano, fuera de los tribunales, pidiendo castigo por sus camaradas asesinados. Pero no es así. Ni por cerca. Las cárceles están llenas de presos políticos para castigar a aquellos que quisieron ser ciudadanos y, en última instancia, como carta de negociación para que Ortega y los suyos puedan evadir la justicia a la que tanto temen.

Sistema podrido

Lo que tenemos aquí es un sistema podrido de raíz. Los jueces perdieron toda la legitimidad, incluso para sancionar delitos comunes, al participar en estos circos. La Policía se degeneró como autoridad y se graduó de mara. Hay un colapso total de todas las instituciones. El Consejo Supremo Electoral desde hace ya muchos años perdió cualquier legitimidad para organizar elecciones. Así que no tiene ningún sentido buscar justicia con este sistema o elecciones con este Consejo, cuando lo urgente, lo primero, lo quede debe unirnos a todos, es cambiar este gobierno para luego, por parte y en orden, cambiar el sistema. Lo primero: sacar de las cárceles a los inocentes y meter en ellas a los culpables.

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