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El Nobel contra los abusos sexuales

Abrumados por los acontecimientos de los últimos meses en Nicaragua, hemos descuidado la atención a los eventos internacionales, a no ser que se relacionen con la crisis nacional.

Pero ocurren hechos en el mundo exterior que no deben ser ignorados, como es el caso del Premio Nobel de la Paz de este año que, además, de alguna manera se vincula a la tragedia humana de Nicaragua causada por la represión del régimen orteguista.

Este año el Premio Nobel de la Paz se ha otorgado a dos personas, una de ellas la mujer iraquí de religión yazidí, Nadia Murad, quien con muchas otras compañeras fue hecha prisionera desde niña por los terroristas islámicos y abusada sexualmente durante años, hasta que logró escapar de sus captores. Desde entonces se ha dedicado a denunciar el abominable crimen de abuso sexual.

El otro premiado es el médico ginecólogo del Congo, Denis Mukwege, quien ha consagrado su vida y profesión a atender a víctimas de abusos sexuales en los conflictos armados y a la lucha “para terminar con el uso de la violencia sexual como arma de guerra”.

De alguna manera esto se relaciona con Nicaragua, donde no hay un conflicto armado pero el régimen orteguista ha declarado y realizado una verdadera guerra —utilizando inclusive armas de fuego de grueso calibre—, contra la gente que se ha rebelado cívicamente contra la dictadura. En esta guerra sucia se han cometido más de 500 asesinatos y terribles vejaciones y torturas a personas secuestradas, prisioneras e intimidadas, incluyendo abusos sexuales.

Esta misma semana la esposa de un preso político presentó en el juicio de tipo estalinista que lo condenó a una larga pena de prisión, la denuncia de que cuando los policías y paramilitares capturaron a su marido la abusaron sexualmente.

Este no ha sido un caso aislado. Los organismos de derechos humanos, tanto nacionales como internacionales, han denunciado que durante la represión orteguista se han cometido numerosas violaciones sexuales a mujeres, inclusive a varones detenidos y secuestrados.

La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, dio a conocer en agosto pasado un informe en el cual denunció que “algunas mujeres han sido víctimas de violencia sexual, incluida la violación”. Y agregó que “los hombres apresados también mencionaron casos de violación, incluida la violación con rifles y otros objetos”. Igualmente la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y Amnistía Internacional han denunciado abusos sexuales durante la cruda represión orteguista.

Esta situación de Nicaragua es una muestra de la necesidad de combatir y erradicar los abusos sexuales, no solo en la guerra sino también en conflictos políticos violentos. Nadia Murad, la iraquí premiada este año con el Nobel, ha dicho que quienes abusaron sexualmente de ella y sus compañeras quisieron quitarles el honor, pero fueron ellos los que lo perdieron. Es verdad. Pero esos hombres sin honor deben ser castigados por la justicia y ojalá que ayude a ello el Premio Nobel contra los abusos sexuales.

Editorial abusos sexuales premio nobel archivo
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