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Edwin Carcache, Nicaragua

Edwin Carcache Dávila, de 27 años aprovechó su audiencia inicial,realizada el viernes 5 de octubre, para mandar un mensaje: “Te amo Nicaragua”. LA PRENSA/ CORTESÍA

Presos políticos: un grito desde las cárceles de Nicaragua

Sonrisas. Pulseras. Banderas. Rezos. Cartas. Cantos. Consignas. Puños en alto. Los presos políticos del Gobierno han encontrado formas para manifestarse desde prisión y moralizar a los nicaragüenses que protestan contra el régimen orteguista.

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En la cárcel La Esperanza hay dos celdas de las que solo surgen problemas. A las presas de esas celdas les gusta cantar el Himno Nacional de Nicaragua; tejen pulseritas azul y blanco con las bolsas de plástico en las que sus parientes les llevan la comida, y usan toallas y pantalones para formar banderas patrias que colocan en las ventanas, donde “todo mundo las pueda ver”. Grandes “actos de indisciplina” para las autoridades de la prisión, cuenta Elsa Valle, de 19 años, quien hasta hace poco era una presa política del régimen de los Ortega.

Según Valle, a medida que las reas políticas se las van ingeniando para expresar su descontento con pequeños actos de rebeldía, en el Sistema Penitenciario les han ido limitando los beneficios a los que todo privado de libertad tiene derecho. Les quitaron hasta los lápices de colores y los cuadernos para que no pinten banderas y no escriban frases como: Viva Nicaragua libre.

Sin embargo, dice Valle, eso solo les ha dado más ánimos para seguir manifestándose a su manera desde la prisión. Las presas políticas cantan a toda hora, pero más cuando está de visita la directora del Sistema Penitenciario, aunque saben que eso les puede traer consecuencias, ya que a menudo las han amenazado con llevarlas a la “celda chiquita”.

En esos pabellones de La Esperanza suele elevarse la voz de la corista Olesia Muñoz, cantando el Ave María y música de adoración. También se une al coro cuando las presas entonan el Himno Nacional y Nicaragua Nicaragüita.

Olesia es la pianista y soprano de la parroquia católica de Santa Ana de Niquinohomo, pero actualmente enfrenta cargos por crimen organizado, terrorismo, entorpecimiento de servicios públicos, portación ilegal de armas y amenazas.

Según el Ministerio Público, ella se encargó de organizar la instalación de tranques en todo el municipio de Niquinohomo y para eso destruyó las calles adoquinadas e impidió la libre circulación de los ciudadanos. Además, “recibía financiamiento” para pagar a dirigentes y sujetos que resguardaban los tranques, aunque la Fiscalía no ha sabido decir quién le daba el dinero ni a quiénes contrataba la corista.

La familia afirma que lo único que hicieron Olesia y su hermana (también presa) fue regalar café con pan a los jóvenes que estaban en los tranques y poner música para expresar su solidaridad.

Desde la cárcel está haciendo algo parecido. Canta para llenar de ánimos a los otros presos políticos. Lo hizo durante los 12 días que estuvo detenida ilegalmente en las mazmorras del Chipote.

“Con una voz angelical que se escuchaba por todo aquel galerón… cantaba el Ave María y después cantos a la Purísima”, expresó el joven universitario de Matagalpa, Bayardo José Siles Rodríguez, quien estuvo preso en la Dirección de Auxilio Judicial (más conocida como el Chipote) por participar en las protestas cívicas contra el régimen de Daniel Ortega.

Como Olesia y Elsa (ahora en libertad), los reos políticos del Gobierno aprovechan cualquier oportunidad para manifestarse contra el sistema y para enviar mensajes optimistas a los nicaragüenses que protestan contra el régimen orteguista. Lo hacen a pesar de que en las condiciones de aislamiento en que se encuentran, ni siquiera puede saberse qué castigos reciben después, señala Gonzalo Carrión, abogado del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh).

Ser un reo político

Hay grandes diferencias entre un reo común y un reo político. Como el término lo sugiere, el primero está preso porque cometió un delito común, como el robo de una vaca, una cartera o un celular, por ejemplo. Mientras que el segundo está tras las rejas porque sus ideas no combinan con las de un régimen.

Estamos ante presos políticos, dice Carrión, cuando el Estado “persigue las ideas, encarcela, tortura, enjuicia y condena a personas que ejercen ciudadanía, derechos políticos”. “En el contexto actual está clarísimo. Se te castiga por vandálico, por golpista, con todos los epítetos que ellos mismos te dan. La distinción es clara”, subraya el abogado.

Además no reciben el mismo trato que los reos comunes. La discriminación comienza desde el momento en que los capturan y la Policía los aísla. “No le dan información a la familia y sus parientes los ven semanas después de la detención”, señala Carrión. A los presos políticos, dice, les agregan castigos que no reciben los demás. A ellos les mandan otro mensaje: “Te castigamos porque alzaste la voz”.

Les niegan una adecuada atención médica, los aíslan, los torturan física y psicológicamente y sus procesos judiciales están plagados de irregularidades.

“En el tratamiento hay una diferencia marcada”, afirma el abogado Julio Montenegro, de la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH). Usualmente, dice, las visitas familiares son cada 15 días, pero a ellos se las permiten cada 21 y cuando sus parientes llegan a veces les dicen: “Nosotros los vamos a contactar, vuelvan a venir”.

Cuando por fin logran ver a sus familiares tienen tanta custodia que no pueden hablar con privacidad y a veces solo les permiten conversar durante unos 15 minutos, aunque lo usual es que la visita dure tres horas, afirma Montenegro.

Pese a su desventajosa condición, los presos políticos protestan para dejar claro que no son reos comunes. Y para ello usan la misma arma por la que han sido perseguidos: sus ideas.


Lea: Edwin Carcache, el muchacho del sombrerito azul y blanco


De derecha a izquierda, los reos: Medardo Mairena, Silvio Pineda y Pedro Mena. LA PRENSA/Tomada de El 19 Digital

Cartas también

Las cartas que los reos políticos escriben y hacen públicas a través de terceras personas son otra forma de protesta. Así fue como el líder campesino Medardo Mairena dio a conocer en qué condiciones se encuentra en la cárcel La Modelo.

“Estoy en una celda de máxima seguridad llamada el Infiernillo. Hay más de veinte presos en las mismas condiciones, he estado enfermo, igual que otros, pero no nos permiten que nos revise un médico, y he estado mejorando solo por el poder de Dios”, relató Mairena.

“Seremos libres”, manifestó la rea política Irlanda Jerez, en un mensaje divulgado por su hija Starina Talavera Jerez.

“Podrán tener prisionero mi cuerpo, pero jamás mis pensamientos y mi espíritu, ahora más que nunca, seremos libres”, dijo Irlanda, quien comparte celda con Olesia Muñoz en La Esperanza.


Además: El clan de los Valle, presos políticos


Amaya Coppens sonríe para las cámaras del oficialismo. La acusan de terrorismo.
LA PRENSA/ TOMADA DE INTERNET

Una sonrisa de protesta

La sonrisa fue una de las primeras formas de manifestar rechazo al régimen. Cuando la Policía los presenta y durante sus audiencias, los reos políticos miran fijamente a la cámara y sonríen de oreja a oreja. Casos conocidos son los de la joven Amaya Coppens, el líder estudiantil Edwin Carcache Dávila y los muchachos del Movimiento 19 de Abril de León.

“¡Fuerza Nicaragua! ¡Fuerza Nicaragua!”, exclamó el universitario Nahiroby Olivas Valdivia, de apenas 18 años, la mañana del pasado 25 de septiembre, mientras enfrentaba su audiencia inicial junto con otros seis jóvenes del Movimiento 19 de Abril de León. Todos acusados, entre otros cargos, por “terrorismo”.

“La audiencia se realizaba en una sala de los juzgados de Managua, cuando de manera inesperada se escucharon los gritos de Nahiroby, alentando a sus compañeros acusados y al pueblo de Nicaragua, a seguir luchando de manera cívica contra el régimen”, relató el periodista Alejandro Flores.

Luego de los gritos de júbilo de Nahiroby, otros cuatro jóvenes alzaron el puño en señal de victoria.
Edwin Carcache Dávila, de 27 años, también ha protestado desde los Juzgados de Managua. “Libertad para los presos políticos. Nicaragua quiere libertad. Yo amo la bandera azul y blanco y se han violentado mis derechos constitucionales de la manifestación. Te amo Nicaragua. Te amo Nicaragua. Fuerza. Los quiero mucho a todos. Los queremos mucho a todos”, expresó el muchacho del sombrerito azul y blanco durante su audiencia inicial, luego de rezar una oración a la Virgen María.

“Te veré libre, Nicaragua”, secundó uno de sus compañeros. “Amén”, agregó un tercer joven.


Edwin Carcache Dávila entona el Himno Nacional durante su audiencia inicial. “Te amo Nicaragua”, fue el mensaje del joven estudiante, a quien la Fiscalía acusa de “terrorismo, robo agravado, y entorpecimiento de servicios públicos”. LA PRENSA/CORTESÍA

Lea también: Edwin Carcache Dávila estaría siendo torturado


Fobia al azul y blanco

El sonidista Javier Espinoza estuvo preso tres días en el Chipote, luego de haber prestado sus servicios en las marchas azul y blanco. Y estando preso descubrió cómo los reos se las arreglan para darse ánimos, a pesar de que ni siquiera pueden verse las caras.

Cuando se alejan los carceleros, se suben a las literas más altas y gritan a través de la reja que hay en el techo de las celdas, cuenta Espinoza. “Los muchachos son personas especiales, todos los días se dan ánimo”.

—¿Cuándo salgo? —pregunta uno.
—¡Mañana! —le responde otro, desde alguna celda cercana.

Los domingos realizan algo parecido a una misa. Alguno de ellos “hace la liturgia” y los demás responden.

Sin embargo, casi no se escuchan consignas políticas, afirma Espinoza. Esto se debe a que ese tipo de expresiones es severamente castigado.

El sonidista fue capturado el 16 de septiembre y en el Chipote otros reos le contaron que un día antes uno de ellos se había atrevido a entonar el Himno Nacional y por ello de inmediato recibió una golpiza.

“Se ha desatado —dice Espinoza— una fobia por todo lo que tenga que ver con los símbolos patrios”.

Por eso en La Esperanza usar el azul y blanco es una de las mejores maneras de protestar. Y cuando las autoridades de la cárcel se enojan, rompen los papeles, quitan las improvisadas banderas y dicen cosas como “el comandante se queda”, a veces las presas políticas les preguntan: “¿Y si les hacemos una rojinegra?”

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