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El tiro por la culata

A la dictadura le salió el tiro por la culata, con la brutal represión del domingo pasado para impedir la marcha pacífica convocada por la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB). Quería amedrentar a la oposición para poner fin a las protestas pacíficas, pero más bien sufrió una contundente derrota política nacional e internacional.

La verdad es que la consecuencia de la represión del 14 de octubre fue peor para el régimen que si hubiera dejado que se realizara la marcha. El balance objetivo es que la represión dio una victoria a la oposición y la dictadura sufrió una contundente derrota.

Primero, porque la represión gubernamental provocó una extendida y enérgica reacción internacional de repudio de los gobiernos de Panamá y Costa Rica, los expresidentes iberoamericanos, la ONU, la OEA, la Unión Europea y hasta el Mercosur.

En protesta por la represión del régimen de Ortega contra el pueblo, el Partido Liberación Nacional de Costa Rica ha solicitado la expulsión del FSLN de la Internacional Socialista. Debe ser vergonzoso e inaceptable para esa organización mundial de partidos políticos, que es eminentemente democrática, tener en sus filas como afiliado o miembro observador a un partido que respalda una horrenda represión como la que ha habido en Nicaragua desde el 18 de abril.

Además, la brutal represión contra los ciudadanos porque ejercen su derecho a la manifestación pacífica, endureció el discurso del gobierno de Estados Unidos (EE. UU.), que por medio de su embajador ante la OEA, Carlos Trujillo, advirtió que la violación a los derechos humanos en Nicaragua no tiene precedente en Centroamérica y que los culpables tendrán que ser castigados por la justicia internacional. Y la nueva subsecretaria de Estado para el Hemisferio Occidental, Kimberly Breier, aseguró en su primer mensaje público que su gobierno seguirá presionando al régimen de Ortega para restaurar la democracia en Nicaragua.

En el plano interno, la represión ha fortalecido el compromiso de la oposición democrática unida, de seguir luchando por recuperar la democracia. Inclusive, al ultrajar y encarcelar a varios activistas reconocidos del MRS, incluyendo a su presidenta y su expresidenta —Suyén Barahona y Margarita Vijil, respectivamente—, lo que ha hecho la dictadura ha sido prestigiar a este partido, que por ser sandinista pero democrático y disidente del FSLN lo trata como a su enemigo más odiado.

Los estudios de la psicología política explican que la represión atemoriza a algunas personas pero también produce el efecto contrario de motivar a los reprimidos a seguir luchando, incluso con más ardor. Esto es lo que ocurre en Nicaragua. Por eso la represión del 14 de octubre ha significado otra derrota política y moral de la dictadura orteguista.

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