Peluches, patinetas, zapatos, tiradoras y otros objetos han acompañado a los caídos bajo la represión orteguista en estos meses de rebelión como símbolos de lo que fueron en vida. Siempre cubiertos por la bandera azul y blanco.
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Teyler Lorío Navarrete. 14 meses de nacido. No caminaba, solo gateaba y le gustaba jugar con sus peluches. Sus padres pusieron en el ataúd su muñeco preferido, un tigrillo amarillo con rayas negras y nariz celeste, resignados a que fuese el juguete que acompañara al pequeño, donde ellos no podían estar.
El Día del Padre, el 23 de junio, el bebé fue asesinado de un disparo en la cabeza. En ese momento era cargado en brazos por Nelson Lorío, su padre. A su corta edad no tenía la menor idea de lo que pasaba a su alrededor, pero se convirtió en una víctima más, asesinadas por la represión orteguista. En una publicación del 25 de junio de LA PRENSA, la familia del bebé aseguró que este fue asesinado por policías y paramilitares en el barrio Américas 1, de Managua, mientras estas fuerzas quitaban los tranques de esa zona. Un caso que, a criterio de los familiares, fue manipulado por las autoridades médicas del Hospital Alemán Nicaragüense a través del acta de defunción.
La música folclórica, una de sus más grandes pasiones, sonó en sus funerales. Sus amigos bailaron poco antes de su sepelio, mientras Gerald Vásquez parecía esperar su turno, vestido con su traje blanco de folclor y con su sombrero de palma desde el ataúd. El joven de 23 años había permanecido atrincherado, por un mes, en la UNAN-Managua hasta el viernes 13 de julio cuando fue asesinado de un disparo en la cabeza, después de enfrentarse a las más de 15 horas de ataque paramilitar, uno de los más violentos desde que inició la represión sangrienta de Ortega.
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Vásquez estudiaba Técnica en Construcción en la UNAN, Managua y bailaba folclor desde los 10 años. El solar de Monimbó era su pieza predilecta para zapatear. Parte de la mortaja del joven universitario fue la bandera azul y blanco manchada de sangre, en representación de la lucha contra el gobierno que Gerald había asumido semanas antes de su muerte. El bolso, tipo canguro es el que siempre estuvo con Gerald cuando permaneció en la UNAN, llevaba los 150 córdobas que había recogido para comer el día del ataque, explicó doña Susana López.
De acuerdo con doña Susana López, mamá de Gerald, la bandera que se llevó el bailarín estaba firmada por todos los compañeros que tuvieron atrincherados con él en la UNAN. “Ese era el acuerdo”, dice Morales, que si alguien moría se llevaría una bandera firmada por todos y las pertenencias con las que resistieron en los recintos de la universidad. Gerald también llevo consigo las botitas que tenía puesta el día que murió.
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Jefrey Gabriel Calero. 20 años. Originario de Jinotepe, Carazo. Los trucos, piruetas y saltos en bicicletas eran el deporte que practicó con sus amigos hasta antes del 18 de abril. El skate board era otra de las habilidades del joven que hace tres meses huyó de la represión y hostigamiento del régimen de Daniel Ortega. Fue por veredas que logró llegar a Costa Rica. Estando en el exilio se dedicó a la jardinería para subsistir y se presume que había solicitado asilo político. Podando un árbol en Escazú, Costa Rica, rozó accidentalmente un alambre de tendido eléctrico, muriendo electrocutado.
Las fotos son parte del homenaje que hicieron amigos de Calero el día de su entierro, el sábado 13 de octubre, en el atrio de la iglesia Santiago de Jinotepe. Bicicletas y patinetas acompañaron el funeral, como alguna vez Jefrey lo había pedido. El muchacho también era fanático de la banda musical estadounidense Guns N’Roses y sus temas favoritos eran Knocking on heavens door y Welcome to the jungle, de acuerdo con una publicación de LA PRENSA del pasado 14 de octubre.
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Ezequiel Gamaliel Leiva García, de 26 años, permaneció en estado de coma desde el 28 de mayo, día en que cayó herido por una bala que un francotirador disparó cerca de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), donde él se encontraba protestando. El 18 de septiembre sus familiares y amigos se despidieron del joven por última vez. Leiva García fue sepultado con una bandera de la patria y una tiradora en la mano como símbolo de su lucha.
Sus amigos también pusieron dentro del ataúd una camiseta con una fotografía del joven y frases como: “Prohibido olvidar” y “Presente”. Leiva García era estudiante de Técnico en Refrigeración en el Instituto Nacional Tecnológico (Inatec) y se unió a las protestas contra el Gobierno de Nicaragua en abril, en la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli). La Policía y la Fiscalía lo vincularon con una estructura criminal a la que le atribuyen una serie de hechos delictivos, entre ellos la muerte del norteamericano Sixto Henry Vera, crimen que ocurrió el 2 de junio en el paso a desnivel de Rubenia, en Managua, una semana después que Ezequiel fuese herido mortalmente, según publicó LA PRENSA el mismo día que este falleció.
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Jimmy Parajón, de 35 años, era mecánico. Tenía un pequeño taller de motocicletas instalado en su casa y dejó en la orfandad a cinco hijos; el mayor de 17 y la menor de 3 años. Falleció de un impacto de bala en el pecho, la madrugada del 11 de mayo de este año, en una de las barricadas de la Universidad Politécnica (Upoli). Se había sumado a apoyar a los estudiantes que permanecían atrincherados en la universidad.
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En la Upoli le realizaron un homenaje de cuerpo presente, era la primera vez que velaban masivamente a una de las víctimas en el mismo lugar donde murió. Le hicieron guardia de honor a la par del ataúd que cubrieron con la Bandera de Nicaragua. Encima del féretro sus compañeros pusieron el zapato deportivo negro que Parajón calzaba el día que lo asesinaron. Para despedirlo, los presentes entonaron el Himno Nacional, recordando la causa por la que había muerto: Nicaragua.
Con una tiradora y una rosa roja sobre el ataúd de Chéster Javier Chavarría, estudiantes que estuvieron atrincherados en la UNAN-Managua honraron al joven de 19 años y el sacrificio que representó su muerte por Nicaragua. Chéster se había unido a los estudiantes atrincherados en la UNAN-Managua y era el encargado de proteger la barricada que estuvo ubicada cerca de las instalaciones del Colegio Americano Nicaragüense.
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La noche del 7 de junio, después que una camioneta con paramilitares pasó rafagueando las barricadas ubicadas alrededor de la universidad, Chéster falleció. Recibió dos impactos de bala, uno en el costado derecho que le perforó el hígado y otro en un brazo, según información publicada por el diario HOY el pasado 9 de junio. El féretro de Chéster también fue cubierto con la Bandera de Nicaragua.
Matt Alexander Romero era un adolescente de 16 años que hasta antes de la crisis de abril no salía de las canchas de futbol cercanas al barrio en el que vivía. Matt de dedicaba a estudiar y a ser el mejor portero de su equipo, Cataluña, llamado así por ser la región española de su club favorito, el Barcelona. Había obtenido un trofeo de futbol, el mismo que acompañó el féretro del adolescente en su sepelio. “Su único vicio era el futbol”, dijo su tía Dilsia Romero, en declaraciones para la Revista Domingo del 30 de septiembre de 2018.
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El adolescente se volvió infaltable en las marchas que demandan la salida del poder de la pareja presidencial, desde el 23 de abril que se sumó a la primera protesta. Cinco meses después, el domingo 22 de septiembre, lo mataron de un balazo al pecho, cuando participaba de una protesta azul y blanco. Era considerado el indomable de su casa y además del futbol le gustaban las matemáticas. Sus deseos de convertirse en arquitecto quedaron truncados en cuarto año de secundaria.