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El profesor Juan Bautista Guevara Carballo fue calificado como terrorista por la Policía Orteguista. LAPRENSA/J. FLORES

La historia del “profe” de Ticuantepe, un físico que sufre el infierno orteguista

En la carta de despido simplemente le aplicaron un artículo que su esposa Norma no recuerda con certeza; sin embargo, ella aseguró que el trasfondo de la decisión fue político

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El profesor Juan Bautista Guevara Carballo conoció la represión orteguista antes que estallaran las protestas cívicas, hace seis meses, en abril. Se negó a que el régimen utilizara la educación como instrumento político y eso, considera su familia, le costó su despido en el 2015.

Pero sería tres años después, cuando el país se sumía en un baño de sangre tras la represión brutal del gobierno de Daniel Ortega, que Guevara sería golpeado mientras era prisionero o estaría encerrado en celdas de máxima seguridad.

Dejó de impartir clases después de 18 años de experiencia en las aulas. Sigue esperando su liquidación. Su esposa, Norma Chávez Rivera, cuenta que a él le ofrecieron seis mil córdobas, aunque el monto justo era obviamente mucho mayor. No los aceptó.

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Estudió la carrera de Física en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua y después empezó a impartir la asignatura de Física y Matemáticas en la educación primaria a diferentes generaciones de estudiantes en el Instituto Público de Ticuantepe, municipio de donde es originario y que en las protestas se convertiría en uno de los sitios donde la gente demostró más coraje contra la tiranía de Daniel Ortega.

Nunca estuvo de acuerdo con los cambios que estaban realizando en el Ministerio de Educación (Mined). Le incomodaban las ideas que le inculcaban a los estudiantes (referidas a la política).

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Cuando le pedían que hiciera murales alusivos a la figura del general Augusto C. Sandino, que el mismo orteguismo ha mantenido secuestrado como un ícono partidario, Guevara no lo hacía.

En la carta de despido simplemente le aplicaron un artículo que su esposa Norma no recuerda con certeza; sin embargo, ella aseguró que el trasfondo de la decisión fue político. Al quedar sin empleo, Guevara Carballo empezó a ganarse la vida a bordo de una mototaxi y vendiendo frutas en el mercado Oriental. Después vendió verduras en el parque de Ticuantepe.

Cuando empezaron las protestas pacíficas por la fallida reforma a la Seguridad Social, que luego se convirtieron en un reclamo por democracia de la ciudadanía, el profesor se involucró de lleno.

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Con su participación vinieron las amenazas de muerte por parte de fanáticos de la dictadura. No se amedrentó y siguió con su activismo azul y blanco. Al inicio de las protestas, el profesor recibió un impacto de bala de goma en el brazo derecho, pero esto solo fue el principio de su calvario.

Solidario con maestros

El hombre de 43 años no solo denunció la represión violenta contra los nicaragüenses sino que se solidarizó con otros colegas docentes que fueron despedidos; de hecho, la última marcha en la que participó fue en apoyo a cinco docentes del instituto que habían sido despedidos.

Al día siguiente de esa protesta, el martes 4 de septiembre, el hombre que también cargaba aparatos de sonido en hombros para animar las manifestaciones fue secuestrado. Sus verdugos fueron fanáticos del FSLN y oficiales de la Policía Orteguista.

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Cuando lo detuvieron fue así: un orteguista le aviso a un oficial que lo detuvo. Le pidió los papeles. Lo identificó y se lo llevó a la cárcel sin importarle que el maestro viajaba con sus hijos menores de edad, en una mototaxi. De hecho, los niños se quedaron en la calle. Estuvo preso en la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como el Chipote. Las ocho veces que lo interrogaron lo golpearon, le pegaban en las costillas, en la espalda, en la cabeza. Sin embargo, al trasladarlo al Sistema Penitenciario Nacional La Modelo, el maltrato se convirtió en psicológico.

“Peor que animal”

El profesor le cuenta a su esposa que lo tratan peor que un animal. El Ministerio Público lo acusa por portación ilegal de arma de fuego y entorpecimiento al servicio público por la supuesta participación en tranques y barricadas.

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Lo confinaron en una celda que comparte con otra persona. Es oscura y caliente. Le permiten ver la luz del sol solo cuando recibe la visita de su esposa. Eso ocurre una vez al mes. Para llevarlo al área de visitas, le suelen poner grilletes en los pies y las manos, y lo amenazan con trasladarlo a otro sitio en la misma prisión que llaman el “infiernillo”, como si no fuese un infierno el que ya vive.

El dolor de los hijos

El profesor Juan Bautista Guevara, reo político del régimen orteguista y su esposa Norma Chávez, procrearon tres hijos: de 13, 11 y 4 años. El maestro tiene casi dos meses de estar preso. Para Norma, uno de los momentos más duros es cuando los niños lloran y le preguntan por su padre, en especial la niña. Ella finalizará primaria en diciembre, antes tenía la certeza que su padre la llevaría del brazo para recibir su diploma. Ahora no.

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