El Barcelona hizo la tarea. Su cometido era ganar en casa al Inter Milán, no importando el marcador y así sucedió (2-0). Messi desde las tribunas con sus hijos, recuperándose de la fractura en su codo, no fue extrañado. Los culés caminaron sin problemas, el día uno después de Messi no fue una debacle y además enviaron un mensaje claro al Real Madrid para el Clásico de este domingo.
No hubo complicaciones para llegar al área rival ni para concretar. Los italianos buscaban como sorprender y arrebatar el liderado del grupo, pero no sucedió porque el Barcelona funcionó en todas sus áreas, borrando a los rivales del pizarrón casi por completo.
Rafinha no decepcionó a Valverde, anotando el primer gol (32’), tras una estupenda asistencia del uruguayo Luis Suárez, y generando mucha peligrosidad, además de su colaboración defensiva. Con todo y su segunda parte opaca, en la cual fue sustituido por Semedo, la duda principal de haber sentado a Demebelé y colocado al brasileño le dio la razón al estratega.
En la otra mitad , Jordi Alba hizo de Marcelo y recibiendo una pelota de Rakitic puso la ventaja que brinda calma (82’), a pesar que nunca el Barcelona se sintió en medio del drama del empate, sino todo lo contrario, el manejar inteligentemente la pelota los hizo estar en una estado de extrema relajación.
Todos los frentes reaccionaron con la ausencia del ídolo, como si le dijeran: “jugamos por vos”, aunque también ayudó el pobre asedio del Inter con Icardi en el abandono.