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La nueva realidad

Sucesos de impacto nacional, por reducidos que sean su ámbito demográfico y su significación económica, repercuten hoy en escala mundial con más intensidad que nunca. Desde que se introdujo en el lenguaje corriente el vocablo globalización, lo que la idea quiso expresar ha sido superado por las nuevas realidades, dicho con la venia de Peter Drucker, uno de sus grandes pensadores. De proceso de integración de la economía mundial y predominio de los mercados externos, el concepto se viene usando también cual herramienta analítica de acontecimientos nacionales variados y sorprendentes, lo que da entrada al azar y lo inesperado.

Obligados por exigencias mediáticas a sintetizar conclusiones, ciertos titulares se refieren al virtual presidente brasileño Jair Bolsonaro como el “Trump carioca” sin precisar en qué se basan para dictar semejante sentencia.

Otros recuerdan algunas de sus más deplorables expresiones homofóbicas, racistas y antifeministas, que si intentara reproducirlas en actos administrativos y de gobierno podrían levantarle un muro de hostilidad y rechazo.

En otra ocasión recordé a Otto von Bismarck, el fuerte canciller que logró la unidad de Alemania, un ultraderechista dotado de un brillante sentido pragmático que le permitió desempeñarse conforme a los imperativos de la realidad. Bismarck dijo que nunca se mentía más que cuando se va de pesca, de cacería o a unas elecciones. Pero ciertamente Bolsonaro ha salpicado su estilo de agresivo ultra-derechismo que le causará serios problemas si no es capaz de moderarlo, conforme a la realidad de nuestro tiempo. Su colosal victoria en primera vuelta se nutrió del voto-castigo. Tres factores de alcance continental y hasta mundial fluyeron en su favor y probablemente lo sigan haciendo si no malbarata sus logros en el fuego de infantiles anacronismos que no van con la época.

El primero es la falsa vitrina madurista, que Brasil no quiere repetir a ningún costo. La primera potencia latinoamericana no desea morir ahogada en el pantano en que yace el pomposo socialismo siglo XXI. Para impugnarlo, ninguna ocasión más oportuna que las elecciones en curso.

El segundo factor ha sido la corrupción inocultable que ha arponeado a Lula y en general a muchos líderes del PT.

El tercer factor es el naufragio de la estrategia impulsada por Fidel Castro y Hugo Chávez. Arrancó con galope de purasangre y mengua en cansino trote de onagro. Afortunadamente el liderazgo depende cada vez más de las entramadas realidades globales que de solitarias pulsiones personales. La corriente hemisférica va hacia la democracia liberal y rechaza la dictadura, sea socialista SXXI o cualquier otra. Todas son de la misma índole pese a las virtudes que se atribuyan. A los hombres —dijera Maquiavelo— no hay que juzgarlos por sus declaraciones de virtud.

Si eso fue válido en el siglo XVI ¡cuánto más lo será en el torbellino de la nueva realidad! [©FIRMAS PRESS]

El autor es abogado, político y escritor venezolano.
*@AmericoMartin

Opinión Brasil Jair Bolsonaro archivo
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